Es
impresionante poder constatar en cada congreso, evento Católico a nivel
internacional la necesidad que tienen las personas en el mundo actual sobre la
misericordia de Cristo Jesús.
Hay
mucho dolor, nuevas enfermedades nuevas epidemias. El cáncer continúa siendo la
prioridad de las investigaciones científicas pues es la causa de la mayor
mortandad en los seres humanos.
Ahora
en varios países de Sur y Centro América la preocupación por los estragos que están
causando el chikungunya y el zika han sido fatales para la salud de la población.
Existen
demasiados sufrimientos en nuestra sociedad actual pero la mayoría de nuestra
gente reconoce que la medicina efectiva y la única solución tiene nombre: “Jesús”
Un Cristiano
no puede ignorar que la misericordia de Cristo no es consecuencia exclusiva de
la Resurrección sino del corazón mismo del propio Dios, porque en su vida pública
y en su predicación ha hecho visible esa misericordia del Padre, por eso sigue
saliendo al encuentro personal de los que tienen necesidad de liberación, salvación
y sanación y les dice: “No tienen necesidad de medico los sano, sino a
pecadores.” (Marcos 2, 17)
La
misericordia es fruto de la bondad y de la compasión del corazón de Cristo.
Cristo
seguirá acercándose a nosotros, porque nos conoce y le importamos.
“Por
eso tuvo que hacerse semejante en todo a sus hermanos, y llego a ser el sumo
sacerdote lleno de comprensión, pero también fiel en el servicio de Dios, que
les consigue el perdón. El Mismo ha sido probado por medio del sufrimiento, por
eso es capaz de ayudar a aquellos que son puestos a prueba.” (Hebreos 2, 17-18)
El amor
y la misericordia de Cristo es lo que le mueve se salir al encuentro para
sanar, restaurar y salvar. Podemos decir con toda seguridad que la misericordia
de Dios es la medicina más efectiva.
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