Por Rev. José Eugenio Hoyos
Solo Dios verdaderamente es eterno, pues
es el Alfa y la Omega, principio y fin.
Por generaciones los seres humanos se han
preguntado ¿por qué morimos, nos enfermamos y sufrimos? ¿Por qué no somos
eternos? ¿Por qué la vida tan corta? Pero no podemos olvidar que Dios ha
irrumpido en la vida del hombre a través de profetas, milagros, liberaciones y
sanaciones, y finalmente, a través de la vida, pasión, muerte y resurrección de
un hombre que se llama Jesucristo, y que está grabado en nuestras vidas hasta
el final de los tiempos.
Para que un carismático, un católico comprometido
en la Nueva Evangelización tenga una verdadera vida feliz, debe necesariamente
descubrir el valor del cuerpo espiritual que trasciende para la eternidad.
Un auténtico carismático debe ser
perseverante en la oración, alejado de divisiones y críticas, un amante de la
Virgen Maria, asiduo a los sacramentos y obediente a la jerarquía de la Iglesia
y un motivador y ejemplo en la fe y en el servicio.
Un multiplicador de la cultura de Pentecostés,
pues la palabra nos dice que del interior correrán ríos de agua viva, es porque
el Espíritu Santo no se estanca, sino que se renueva constantemente en las
personas que tomo como habitación, para elevarla a alturas donde siempre
anhelara estar.
Es por eso que el Papa Francisco
repetidas veces ha dicho la Renovación Carismática Católica no es un movimiento
mas es “una corriente de gracia” y es por eso que con nuestra oración y fe
debimos dejar que la frente y corriente de los manantiales fluya y no se estanque.
Oración y acción.
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