jueves, agosto 20, 2015

Un carismático muere cuando se apaga la oración y la fe

Por Rev. José Eugenio Hoyos

Solo Dios verdaderamente es eterno, pues es el Alfa y la Omega, principio y fin.


Por generaciones los seres humanos se han preguntado ¿por qué morimos, nos enfermamos y sufrimos? ¿Por qué no somos eternos? ¿Por qué la vida tan corta? Pero no podemos olvidar que Dios ha irrumpido en la vida del hombre a través de profetas, milagros, liberaciones y sanaciones, y finalmente, a través de la vida, pasión, muerte y resurrección de un hombre que se llama Jesucristo, y que está grabado en nuestras vidas hasta el final de los tiempos.

Para que un carismático, un católico comprometido en la Nueva Evangelización tenga una verdadera vida feliz, debe necesariamente descubrir el valor del cuerpo espiritual que trasciende para la eternidad.

Un auténtico carismático debe ser perseverante en la oración, alejado de divisiones y críticas, un amante de la Virgen Maria, asiduo a los sacramentos y obediente a la jerarquía de la Iglesia y un motivador y ejemplo en la fe y en el servicio.


Un multiplicador de la cultura de Pentecostés, pues la palabra nos dice que del interior correrán ríos de agua viva, es porque el Espíritu Santo no se estanca, sino que se renueva constantemente en las personas que tomo como habitación, para elevarla a alturas donde siempre anhelara estar.


Es por eso que el Papa Francisco repetidas veces ha dicho la Renovación Carismática Católica no es un movimiento mas es “una corriente de gracia” y es por eso que con nuestra oración y fe debimos dejar que la frente y corriente de los manantiales fluya y no se estanque. Oración y acción. 

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