Por José Eugenio Hoyos
Es muy
importante aclarar que dentro de la Renovación Carismática se están dando en el
nombre de Cristo muchas sanaciones y encontramos a diario liberaciones de espíritus
malignos.
Pero hay que
tener mucha preparación, estar de acuerdo y en la misma línea de la Iglesia Católica,
no debemos exagerar ni fanatizar estos acontecimientos que en su mayoría son
delicados y muy sensibles. Quien debe realizar una liberación de espíritus
malignos debe ser una persona adecuada y con una formación teológica y una
espiritualidad sólida.
Se nos ha
dado autoridad en el nombre de Jesús para hacer avanzar el Reino de Dios. Esa autoridad
podemos ejercerla sobre los espíritus malignos al servirle a Él, primero en
nuestra propia vida. “Estas señales acompañaron a los que crean: en mi nombre
expulsaran demonios: hablaran en nuevas lenguas; tomaran en sus manos
serpientes; y cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las
manos sobre los enfermos, y estos recobraran la salud.” (Marcos 16, 17—18)
A menudo la
primera persona con quien necesitamos compartir la buena nueva es con nosotros
mismos. Lo que hemos aceptado como verdad necesita ir más profundo, hasta que
transforme nuestras vidas.
“Se ha
cumplido el tiempo decía Jesús. El reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y
crean las Buenas Nuevas.” (Marcos 1:15)
La acción de
tomar autoridad sobre los espíritus malignos es una parte necesaria del proceso
de liberación. Los Carismáticos debemos formarnos más en el conocimiento de la liberación
de espíritus.
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