Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Con los corazones encendidos este fin de semana los católicos en todas partes del mundo nos unimos en todas las Santas Eucaristías a celebrar la festividad de la Divina Misericordia y a las tres de la tarde rezaremos la coronilla ofrecida por los sacerdotes en honor del año sacerdotal. Por los ataques a la Iglesia y al Papa por los escándalos de abuso sexual a menores. Luego, desde ese momento, se empezará una gran novena y cadena de oración internacional por las víctimas y victimarios para que reciban paz, perdón, reconciliación y sobre todo sanación en sus vidas.
Dentro de mis devociones personales me reuniré en Montreal, Canadá en el congreso anual de la Renovación Católica Carismática donde en cada Hora Santa encomendaremos al pueblo de Dios, a los enfermos y al clero a la Divina Misericordia y a la Virgen del Globo que estoy más que seguro que este encuentro será un gran semillero de sanaciones, conversiones, liberaciones y lógico multitud de bendiciones. Recordemos que desde hace muchos años la devoción a la Divina Misericordia ha tomado mucha fuerza por el derramamiento de manifestaciones del poder y la compasión de Dios sobre la humanidad.
Santa Faustina pertenecía a la congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, conocidas como las “hermanas Magdalenas” que se dedican a la educación de jóvenes de bajos recursos. Vemos como el Señor empieza a poner las piezas de su “rompecabezas de gracia”, en un orden perfecto. El revela su misericordia a una religiosa de la comunidad dedicada a su misericordia. Santa Faustina estuvo dentro de su vida religiosa, realizando trabajos muy sencillos y desapercibidos, tales como la cocina, el jardín, la limpieza del convento o atendiendo la puerta. Precisamente es a esta hermana menos notoria a la que el Señor escoge para dar al mundo entero el gran mensaje de su misericordia que a tantas almas ha tocado y transformado al propagarse por el mundo entero en momentos tan críticos para la humanidad.
El Señor manifiesta su corazón y el agua y la sangre que de Él brotaron como manantial de reconciliación para todos los hombres. Esta revelación es una continuación de la misericordia divina que Jesús nos ofrece en la cruz y que se reveló también a Santa Margarita María. En su Divina Misericordia la Virgen María o la Virgen del Globo acompaña también a Jesús en sus rayos de misericordia llenos de poder a todos los hombres y mujeres de fe.
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