viernes, abril 09, 2010

La Resurrección fuerza motriz de la humanidad


Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
8 de Abril de 2010

Con alegría y gran satisfacción el mundo cristiano ha vivido una Semana Santa acompañada de asistencia multitudinaria de fieles que se han volcado a las Iglesias, procesiones, oraciones y sobre todo se ha notado el aumento en la fe. Después del domingo de Resurrección, nos tenemos que preguntar: ¿y ahora que paso voy a dar a mi vida espiritual? ¿Hacia donde vamos? o ¿seguirá la tumba fría con nuestro cuerpo muerto por el pecado y la indiferencia? Porque algo que no podemos olvidar es la frase: “si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (1Cor 15, 14).

Y esta reflexión va directa a todos los incrédulos pues si Cristo no hubiera resucitado, sus enseñanzas, sus milagros hubieran quedado perdidos y sin sentido, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse, estaríamos todavía confundidos y dudaríamos sobre la existencia de Dios y la vida eterna. La Resurrección es una manifestación gloriosa de alegría. Es la hora de la fiesta llena de gozo y de demostrar a los que están alejados de la Iglesia que nuestra alegría es autentica porque Jesús ha vencido a la muerte. La Resurrección es una gran luz que nos va mostrando el camino hacia la patria prometida.

Los discípulos de Emaus decían: “¡han pasado ya tres días!” y nosotros estamos tentados de decir: “¡han pasado ya dos mil años!” pero ellos se equivocaban, porque Jesús había resucitado y caminaba con ellos. Y nosotros también nos equivocamos cuando pensamos como ellos, porque, en efecto, su amor esta todavía entre nosotros; porque “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5).

Ahora que ya hemos experimentado la Resurrección de Cristo en nuestras vidas, hay que mantener vivo este gran acontecimiento de fe proclamando en cualquier lugar donde nos encontremos el evangelio de amor de Dios en Cristo Jesús. Si no lo hacemos, somos como esos hombres que ponen la luz bajo la cama. Defraudamos al mundo en su mas secreta esperanza.

“¡Vosotros matasteis a Jesús de Nazaret! ¡Dios lo ha resucitado! ¡Arrepentíos!” (Hech 2, 23-24). Deja querido hermano(a) que te regenere a ti “una esperanza nueva” una nueva vida; empieza a vivir como un resucitado. Mira los miles de personas que te rodean y dite a ti mismo: “son mis hermanos, son todos mis hermanos”. Cuando salgas, mira con los ojos del resucitado a la gente que encuentres, a los de tu familia, los de tu comunidad, los de tu ambiente de trabajo, y dite a ti mismo: “son mis hermanos; son todos mis hermanos”. “todos ellos han nacido allá”, o sea, en el corazón de Cristo traspasado por nuestros pecados.

Ahora es el Resucitado mismo el que nos habla. Son palabras llenas de fe y entusiasmo. Con el domingo de Resurrección comienza un tiempo pascual en el que recordamos el tiempo en que Jesús permaneció con los apóstoles, antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Asunción. ¡Felices Pascuas!

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