Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Con un gran despliegue y colorido de luces hemos empezado disfrutar desde finales de noviembre anunciando que van a comenzar las fiestas Navideñas y que empezó a avanzar el Tiempo de Adviento. La pregunta que cada año nos hacemos es: ¿Para que tanto derroche de energía y de luces? Y la respuesta es pues ni más ni menos que para anunciar con todo bombo que en este tiempo nos estaremos preparando para recibir al hijo de Dios, al ser humano más importante de la historia: Cristo Jesús, el Salvador. Cuando llega un presidente o una celebridad los países preparan, limpian y engalanan las ciudades. ¿Porque no preparar con luces la llegada del dueño y dador de vida? Grandes ciudades iluminan las calles, los edificios, los almacenes y las vendas.
Hay festival y concurso de alumbrados navideños en muchas ciudades del mundo. Por ejemplo, en Cali y en Medellín, Colombia, en una de las grandes avenidas de la ciudad en esta época del año, miles y miles de visitantes llegan a disfrutar con sus familias este tradicional y tan esperado acontecimiento. Es por eso que cada antejardín, cada hogar y cada corazón deben estar iluminados por la luz principal que es Nuestro Señor Jesucristo.
En este tiempo de luces, regalos, oración, visita a amigos y obras de caridad es importante recordar que solo Jesús es el único que nos brinda luz de esperanza en nuestras vidas en nuestros problemas y en nuestras enfermedades.
Cristo es la luz verdadera, la que alumbra a todo hombre de Dios (Jn 1, 9). Jesucristo dice: “Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no andará en tinieblas, tendrá la luz de la vida.” (Jn 8, 12) Es por eso que en este tiempo de espera prendemos una luz para atestiguar la llegada de Cristo.
Fotos: Luces Navideñas en Colombia y Estados Unidos
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