viernes, diciembre 17, 2010

El Niño Jesús nos trae multitud de regalos

Por el Rev. José E. Hoyos
Quisiéramos que aquellos tiempos de infancia regresaran y que esos recuerdos navideños de niños que tenemos en nuestras mentes nunca se borraran.

Muchos de nosotros recordamos cuando éramos muy niños que cada 24 de diciembre nuestros padres, después de la misa de gallo, nos hacían acostar y nos mandaban a dormir temprano mientras los adultos continuaban en la parranda y en la fiesta hasta la madrugada.

Pero el irnos a dormir pasada la medianoche tenía una razón valerosa, pues ciegamente creíamos y se nos había enseñado que el Niño Dios después de nacer a las 12 de la noche, iba de hogar en hogar repartiendo regalos y poniéndolos al lado de la cama o dentro de nuestros cuartos. Y la más linda sorpresa era que al levantarnos, por ejemplo en mi familia, el bullicio y la alegría de 12 hermanos para destapar los regalos que por muy humildes que fueran, era de celebración y de fiesta porque Jesús no nos había olvidado.


En nuestra cuadra de mi ciudad en Guadalajara de Buga en el Barrio La Merced, todos los niños y jóvenes salían a mostrar sus regalos y el 25 de Diciembre era el día del estrene, pues todos salían también a lucir sus ropas nuevas. Era un acontecimiento inolvidable porque las fiestas continuaban el 28, 31, 1º y 6 de Enero. El centro de las festividades era Jesús.

Al pasar el tiempo, cuando crecíamos y descubríamos, por la picardía de no querernos dormir y descubrir al Niño Dios colocando los regalos, la desilusión y dulce sorpresa de descubrir que el Niño Dios eran nuestros padres nos cambiaba la magia de la Navidad.

No dejemos morir ni secuestrar la Navidad por el consumismo. Que en cada hogar haya un nacimiento, un arbolito y también un Santa Claus (lógico explicándole a los niños que Santa no es Jesús). Coloquemos luces de colores para recibir el Nacimiento de El Salvador del Mundo.
Es posible que demos y recibamos muchos regalos pero el Niño Dios quiere que nuestros mejores regalos sean una oración, una sonrisa, un abrazo fraterno y una palabra amable. Feliz Navidad!

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