miércoles, noviembre 16, 2011

El amor de Cristo en Chajari y en el mundo de fe son autentico

Por el Rev. José Eugenio Hoyos




Si los seres humanos no experimentáramos y sintiéramos el amor de Cristo seriamos huérfanos y andaríamos vacíos en este mundo. San Pablo en la carta a los romanos, capitulo 8 y versículo 35 nos dice: “¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o el peligro, o la muerte violenta?... pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó… Jesucristo”.

Recordando las jornadas de sanación en Chajari, Argentina y la última Misa de sanación en la parroquia de San Luis en Alexandria, Virginia, pedíamos constatar y testimoniar que el amor de Cristo se ha derramado abundantemente sobre todas las personas que creen y refuerzan su fe con el poder de la oración y el gozo de las alabanzas.

En Chajari, por ejemplo, seguiremos por mucho tiempo experimentando la sanación con las llagas de Cristo en cada creyente, pues la lluvia de bendiciones va llegando en el tiempo de Jesús, cuando las personas se han olvidado del impacto de cada jornada. Pero para los que se mantengan asiduos y en espera, la sanación de las heridas y enfermedades se sentirá con fuerza. Por eso siempre hay que recordar que en los momentos difíciles que puedan ocurrir, nada ni nadie, incluyendo los mismos sacerdotes de nuestras Iglesia nos podrán desinflar del amor de Cristo, pues con nuestro convencimiento saldremos más que vencedores. No te olvides nunca que Él te amo a ti primero (1 Juan 4, 8-10).

La sorpresa la descubres cuando confirmas por ti mismo que allí donde está presente la oración también estará presente Cristo sanando y realizando maravillosas cirugías. Y Él estará presente en todo lo demás: Salud, matrimonios, abundancia, paz, felicidad, gozo, éxito, prosperidad etc. El amor de Cristo es como el líder que convence y arrastra, es como la predica viviente que traspasa el corazón y lo hace nuevo, es como un evangelio que nos da vida al vivir su palabra como una transfusión de sangre que brota del costado de Cristo y se convierte en el canto exquisito del Creador. Amen y seguiremos Bendecidos, Sanados y en Victoria.



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