Si los seres humanos no experimentáramos y sintiéramos el amor de Cristo seriamos huérfanos y andaríamos vacíos en este mundo. San Pablo en la carta a los romanos, capitulo 8 y versículo 35 nos dice: “¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o el peligro, o la muerte violenta?... pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó… Jesucristo”.
Recordando las jornadas de sanación en Chajari, Argentina y la última Misa de sanación en la parroquia de San Luis en Alexandria, Virginia, pedíamos constatar y testimoniar que el amor de Cristo se ha derramado abundantemente sobre todas las personas que creen y refuerzan su fe con el poder de la oración y el gozo de las alabanzas.

La sorpresa la descubres cuando confirmas por ti mismo que allí donde está presente la oración también estará presente Cristo sanando y realizando maravillosas cirugías. Y Él estará presente en todo lo demás: Salud, matrimonios, abundancia, paz, felicidad, gozo, éxito, prosperidad etc. El amor de Cristo es como el líder que convence y arrastra, es como la predica viviente que traspasa el corazón y lo hace nuevo, es como un evangelio que nos da vida al vivir su palabra como una transfusión de sangre que brota del costado de Cristo y se convierte en el canto exquisito del Creador. Amen y seguiremos Bendecidos, Sanados y en Victoria.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario