Por Rev. José E. Hoyos
En muchos de los eventos y congresos en
los Estados Unidos y a nivel internacional, encuentro muchas personas con
problemas que han arrastrado toda una vida y que llevan dentro de su corazón y
son los recuerdos dolorosos de un pasado que no han podido superar.
Pero gracias a los conferencias, reflexiones
y oraciones de sanación y liberación, se puede llegar a encontrar cuales son
las raíces del sufrimiento, del dolor,
del resentimiento o la amargura. Un ejemplo verídico y que nos está demostrando
una sanación efectiva en los pacientes con depresión o ansiedad es la oración
del perdón, la oración frente a una Adoración Eucarística donde se puede dar
una oración personal, fuerte y llena del fuego del Espíritu Santo.
Aunque no es fácil, podemos aprender a
hacer un buen manejo del dolor y de las desgracias o derrotas. Un primer paso
es cultivar la capacidad de aceptación que nos empujan hacia la superación y
nos libran de la depresión o ansiedad. La aceptación no es una resignación pasiva,
sino una actitud que con un realismo positivo armoniza la calma con la
esperanza. Aceptar lo que nos hace sufrir es reaccionar con serenidad y al
mismo tiempo con fuertes deseos de salir adelante.
En las crisis mostrarnos nuestra fortaleza y en el dolor maduramos,
nos purificamos y valoramos todo desde una perspectiva más amplia. Podemos
pasar el día entero llorando, culpándonos por lo que hicimos y quejándonos de
lo que nos hicieron, pero con eso no vamos a solucionar nada.
Solo Cristo y la oración son la solución a
nuestros dolores, desgracias y derrotas.
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