Por José
Eugenio Hoyos
Un Carismático
que no sea adorador del Santísimo que no frecuente los Sacramentos ni rece el
Santo Rosario ni tenga una devoción a María no es un Carismático autentico ni
definido con la Iglesia Católica ni con la espiritualidad Carismática.
La adoración
a Jesús Eucaristía es la que fortifica y tonifica la vida de un Carismático Católico.
Gracias a la Adoración somos fuertes y recibiremos protección, sanación y liberación
del altísimo. Por lo menos cada mes los Grupos de Oración deberían participar
en una Hora Santa o tener tiempo ante el Santísimo.
Dios en su
infinita bondad nos predestino “desde la eternidad para ser conformes a la
imagen de su hijo.” (Romanos 8, 29)
Cuando un Carismático
reflexiona en la grandeza de su predestinación y vocación a la santidad se
siente el peso de sus limitaciones y miseria, experimenta la tentación del
desaliento. Pero la supera fácilmente y la cambia por un optimismo, un gran
deseo de orar y alabar cuando es consciente de que pertenece a esta gran
corriente de gracia y salvación.
Tenemos que
creer que Él es nuestro santificador,
que Jesús Sacramentado al adorarle hay un gran derramamiento de carismas que
viene directamente del Espíritu Santo.
“El Espíritu
de verdad que el mundo no puede recibir porque no lo conoce. Vosotros lo conocéis
porque permanece con vosotros y está en vosotros.” (Juan 14, 17)
Amando,
siguiendo, y adorando a Jesús Eucaristía seremos más que vencedores y todo lo
podremos conseguir gracias a un Cristo que vive y se mueve en la Santa Eucaristía.
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