miércoles, junio 29, 2016

En Cada Sanación y Liberación Testificamos la Misericordia de Cristo


Por José Eugenio Hoyos


La forma de curar y de sanar de Jesús a los que sufren enfermedades o dolencias, escuchándoles consolándolos, hablándoles, tocándolos e imponiéndoles las manos. Su mirada tiene un efecto penetrante cuando mira y toca al enfermo estos se reestablecen, los sana en su cuerpo y también en su Espíritu, despierta en ellos unos profundos deseos de cambio, de renovarse, de levantarse y de convertirse para poder así recibir toda bendición liberación o sanación.

Jesús actúa como el mejor y único cirujano de todos los tiempos, su función principal es ordenar la sanación para todos aquellos que creen en El, ahora y siempre.

Nos dice San Marcos capítulo 2 versículo 17: “No tienen necesidad de medico los sanos, sino los enfermos; no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores.”


Aquí vemos claramente que se trata de una función divina que Cristo cumple con su predicación y con sus signos.

No olvidemos que Jesús realiza su más plena acción curativa cuando descubre en carne propia el sentido de la enfermedad y el dolor en su pasión muerte y resurrección.

Siendo el justo sufriente, cumple la profecía de la liberación de todo mal y sufrimiento. Jesús invierte el sentido ciego de la enfermedad y del dolor mediante el amor redentor.

Cuando Cristo está en la Cruz se realiza el momento de sanación y liberación más grande de la historia, pues su sangre y sus llagas se convierten en la medicina y en el acto más generoso para con todos los enfermos y sufrientes de este mundo.  

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