Por José
Eugenio Hoyos
En la Renovación Carismática Católica cómo puede decir un
servidor que es Carismático pero que no participa en la Adoración Eucarística
ni siquiera toma tiempo para orar ante el Santísimo Sacramento si esto no
sucede entonces no es 100% Carismático.
De la misma manera pasa con un predicador laico o Sacerdote
sino tienen devoción a Jesús Sacramentado, no promueven una Hora Santa, una vigilia
o Adoración Eucarística, sus predicadores serán pobres, sin fundamento y sin el
fuego del Espíritu Santo.
Cuando participamos los Carismáticos en una adoración Eucarística
revivimos en nuestros corazones la experiencia de los Discípulos de Emaús
(Lucas 24:31).
Cuando hay en un grupo de oración el amor y la participación en
una Hora Santa con la exposición al Santísimo se manifiesta con poder la fuerza
del Espíritu Santo.
Adorar a Cristo durante la consagración y adorar su presencia
en el tabernáculo, significa reconocerse y comportarse como miembro de su
cuerpo eclesial. “Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria” (Colosenses
1:27).
Lo que Cristo realizo con su vida, con la predicación y, de
modo particular, con su misterio pascual, sigue estando presente en la Iglesia,
sobre todo en la Eucaristía. Con la fuerza del Espíritu Santo, Cristo sigue enriqueciéndonos
con su vida y, unidos a el, nosotros podemos ofrecer al Padre el culto que le
agrada por medio de signos sensibles.
Un adorador Carismático es portador de poderosos dones y
carismas y es difícil que el enemigo lo doblegue y lo rinda. Pues el adorador Eucarístico
Carismático se le notara que lleva el Fuego del Espíritu Santo.
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