viernes, diciembre 25, 2009

Alegría y gozo al nacimiento de Cristo

Por el Padre José E. Hoyos
Arlington Catholic Herald
24 de diciembre del 2009

Ha sido muy placentero ver en estos días de Navidad el regreso a la Iglesia Católica de miles de personas a las diferentes celebraciones litúrgicas navideñas. Es una lástima que sólo en la Semana Santa, en los bautizos, matrimonios, funerales y en la Navidad aparezcamos en la Iglesia. Mi deseo navideño es que ojalá en este gran acontecimiento del nacimiento del Niño Jesús, renazca nuestro deseo de regresar definitivamente a la Iglesia y de quedarnos en ella para siempre.

El nacimiento de Jesús debe ir más allá como leemos en el texto del profeta Isaías: “El Pueblo que camina en tinieblas vio una gran luz” (Is 2, 11). A este pueblo pertenecían los pastores de Belén, que velaban de noche su rebaño y a los que en primer lugar, llegó la noticia: “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (Lc 2, 11). Hoy ha nacido Cristo, el Señor, el Salvador.

Para aquel tiempo y en el presente es la mejor noticia que hemos podido escuchar. Pues se nos regresa la esperanza y se convierte en un motivo de seguir preparándonos para tener un encuentro con Jesús. Es por eso, que en la Navidad en algunos lugares las estrellas brillan más y se mueven comunicándose las unas a las otras de que el Mesías tan esperado a llegado.

Por años nos hemos preparado a este histórico acontecimiento, hemos puesto multicolores luces en nuestros antejardines, en los pinos y árboles de Navidad, han sonado villancicos, el mundo ha cantado y hoy es día y motivo de celebración.

Tienen mucha razón aquellos avisos que nos dicen que: “Cristo es la razón de la ocasión y de la celebración” y “de Cristo es la Navidad”. La Navidad no es sólo gastar, pensar en vacaciones, borracheras o ir a las playas; es realizar el mejor viaje del mundo, pero dentro de nuestras propias vidas con seriedad de reflexión y de conversión. Que en realidad se note que Cristo ha nacido en nuestra vidas y que se quiere quedar dentro de nuestros corazones guiándonos, protegiéndonos y dándonos fuerzas de vivir.

Si Cristo no hubiera nacido el mundo se hubiera terminado hace mucho tiempo. Los hombres se hubieran suicidado y deprimido porque no habría esperanza. Los niños(as) no estarían jugando con sus juguetes, ni corriendo en sus bicicletas y patinetas. No hubiera fiestas, ni comida, ni regalos; igualmente se acabarían las sonrisas, los abrazos y los mensajes de paz y amor. ¡Feliz Navidad y Felices Pascuas!

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