Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Con está crisis económica, cuantas personas hoy en día quisieran ganarse la lotería para pagar todas las deudas o darle cumplimiento a los sueños. En este tiempo de reflexión les pregunto: ¿Qué seria lo primero que haría usted si se ganara 10 millones de dólares? Ya esta misma pregunta se la he hecho a varios grupos juveniles, y en algunos retiros. Y las respuestas más conocidas y populares han sido: “bueno lo primero que haría seria dar una buena donación a la Iglesia. Donaría parte del dinero a una organización benéfica, pagaría mis deudas, ayudaría a los mas pobres de mi familia, construiría un ancianato, una escuelita, adoptaría un niño(a)” etc. En realidad intenciones, buenos proyectos y nada mas.
Porque estoy seguro que una gran mayoría, al ganarse la lotería se olvidaría por completo de los proyectos antes mencionados. La ambición y la avaricia predominaran en los ganadores y sus proyectos quedarían solo en buenas intenciones. Siempre me ha llamado la atención la vida de Don Bosco, su niñez fue muy dura, huérfano de padre a temprana edad, fue educado ejemplarmente por su mamá. Una vez ordenado sacerdote, empleo todas sus energías en la educación de los jóvenes. Instituyo congregaciones destinadas a enseñarles diversos oficios y formarlos en la vida cristiana. El fundamento del sistema de Don Bosco era el razonamiento, la fe y la amabilidad. Y sobre todo, se destacaba este hombre de Dios y tan Mariano por su buen humor.
Pues bien, Don Bosco, conocido por sus sueños visionarios, recibió la visita de un señor que le dijo: “usted, Don Bosco, es un santo. Yo quiero ganar el premio mayor de la lotería. ¿Qué terminaciones debo comprar?” “eres afortunado” le respondió Don Bosco; “anoche soñé con el 7, con el 10 y con el 14”. “Gracias Don Bosco; ahora mismo compro esas tres terminaciones en la agencia de la Lotería Nacional”. “¿En la Lotería Nacional? ¡No!. Mis números tienen que ver con la lotería del cielo”. Aclaro el santo. “No entiendo” repuso el hombre contrariado.
Don Bosco, sonriendo y con tono familiar, preciso: “Es muy sencillo: el 7 son los Sacramentos que debes recibir; el 10 son los Mandamientos que debes cumplir; y el 14 son las Obras de Misericordia que debes ejecutar con tu prójimo. Cumple todo esto y, sin duda, ganaras el premio gordo: la vida eterna”.
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