miércoles, agosto 18, 2010

Servir a los demás es una gran terapia

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Cuando tengo la oportunidad de participar en diferentes eventos de la Iglesia, en obras de caridad o viajo a otros países y me encuentro con una legión de voluntarios o servidores llevando comida a los pobres, arreglando y construyendo casas o caminos, o leyendo las Sagradas Escrituras en lugares lejanos allí veo a Jesús y a los apóstoles en la construcción del reino de los cielos.

Si el servicio que estoy realizando dentro de mi comunidad es el más sencillo de todos dentro de un evento o grupo como cocinar, barrer, recoger sillas, dar la bienvenida, hacer las lecturas, etc. Esos ministerios o servicios se convertirán en oraciones y en multitud de bendiciones.

La Madre Teresa de Calcuta decía: “quien no sirve para servir, no sirve para vivir”. Monseñor Escrivá de Balaguer también decía: “no hay labores grandes ni pequeñas: todas son grandes, si se hacen por amor”. Mateo 20, 28 dice: “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, vino a servir y a dar su vida en rescate por muchos”.

La generosidad, el servicio con pasión y alegría espantan el aburrimiento, la depresión y el stress. No nos concentremos solo en lo que no podemos hacer, hay que darnos cuenta de que hay muchas cosas que si podemos hacer y una de ellas es ayudar a los demás. Servir a los demás.

La doctora Elisabebeth Kubler-Ross es exprofesora de psiquiatría de la Universidad de Chicago. Escribió un libro que batió record de venta, titulado: “la muerte y el morir”. El libro surgió de unas entrevistas que hizo a cientos de pacientes que habían sido declarados clínicamente muertos y luego habían sido reanimados.

Una y otra vez estas personas narraron que al sufrir estas experiencias pudieron revivir, de forma instantánea, los hechos de sus vidas. Era como ver una película de todo lo que habían hecho en el pasado. ¿Cómo le afecto esto a cada una de ellas? ¿Revelo esto acaso algo significativo?

Al hablar sobre esto la doctora Kubler-Ross dice: “cuando uno llega a este punto (el momento de dejar la vida), uno ve que solo existen dos cosas que son revelantes: el servicio que se presta a los demás y el amor. Todas estas cosas que nosotros pensamos que son importantes como la fama, el dinero, el prestigio y el poder son insignificantes”. Cuando uno presta un servicio a los demás los problemas, los desagravios, el rencor las desilusiones se esfuman con la gran terapia de saber que estamos siendo útiles a la humanidad.

Fotos:

1. Alumnos del colegio Saint Xavier en Louisville, Kentucky, ayudan en la distribución de alimentos para los necesitados

2. Un estudiante en la Universidad Wilfrid Laurier en Waterloo, Canada, trabaja con niños en un centro comunitario.

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