Por Fidel Hurtado-Zapata.
Definitivamente cada Misa de Sanación es diferente y en cada Eucaristía por los enfermos celebrada mensualmente en las diferentes Parroquias de la Diócesis de Arlington por el Padre José Eugenio Hoyos se nos da la impresión que el Espíritu Santo escogiera en casa ocasión un determinado grupo de enfermedades, pues hemos escuchado y visto grandes y poderosos testimonios con un nombre en común.
Noviembre se destacaron las Sanaciones de cáncer en la próstata, ovarios y pulmones, Diciembre hubo en común Sanaciones de migraña, cáncer y diabetes, Enero se destacaron los testimonios de madres infértiles mostrando con alegría sus embarazos y los niños saludables como signo visible del amor sanador de Cristo.
Y en la Misa de Sanación celebrada en Febrero en la Iglesia de Santa Ana una gran mayoría de personas con problemas de depresión y estrés. Se nos da la impresión que El Espíritu Santo quiere darnos a entender que la Sanación también implica y busca un orden.
Algo que nos impresionó a los asistentes a la Misa fue que un joven en silla de ruedas en el momento de la Consagración Eucarística empezó a levantarse progresivamente entre lágrimas y quejidos asombrando y sorprendiendo a todos los asistentes.
Hemos probado una vez más que la Oración y la Sangre de Cristo tienen poder; aquí no hay espacio para la duda, sino para fortalecer más la Fe. “en cada Sanación, Milagro, Curación y Liberación en que Cristo ha actuado hemos experimentado que Cristo Jesús tiene un estilo propio de curar”.
Jesús “toca a los enfermos” y en algunos casos los agarra para transmitirles su fuerza; en otras ocasiones, impone sus manos para envolverlos en la bondad y la compasión de Dios” (Tomado del libro del Padre Hoyos: Sanados Setenta veces siete pag 62) Jesús no solo cura para despertar la Fe, sino que pide Fe para que sea posible la Sanación.
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