La formación dentro de la Renovación Católica
Carismática es de suma importancia para el crecimiento y fortalecimiento de la Fe
de los que participan en esta fuente de
gracia conocida como la renovación Carismática.
Desde Pentecostés hasta nuestros días
todos hemos recibido una multitud de dones y carismas no solo para enriquecer
nuestra vida personal, sino para el servicio de nuestras comunidades y grupos
de Oración.
Dios quiere que todos seamos
equilibrados, que enfrentemos nuestros problemas con el don de la Fe, para que
el templo de nuestra vida, no sufra graves consecuencias. Que como Carismáticos
comprometidos y que amamos la Renovación tengamos la capacidad de dominar
nuestras emociones, nuestras pasiones y todo lo que puede lastimar o contaminar
ese cuerpo que es el templo del Espíritu Santo.
1 Co 6,12 se dice “Yo soy libre de
hacer lo que quiera” es cierto, pero no todo conviene. Sí, yo soy libre de
hacer lo que quiera, pero no debo dejar que nadie me domine.
Ciertamente nuestro cuerpo nos pide muchas cosas materiales para subsistir, pero nada ni nadie podrá compararse con el supremo bien de la palabra de Dios. Cuando ella comienza a penetrar en lo profundo de nuestro ser, todo comienza a cambiar.
Cada Carismático podrá crecer Espiritualmente cuando tenga en claro que significa el don de dominio propio: “Virtud de uno que controla sus deseos y pasiones especialmente sus apetitos sensuales”.
2 Timoteo 1:7 “Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”
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