Rev. José E. Hoyos
Dios nos muestra su bondadosa
Misericordia hasta con los más horrorosos y terribles pecadores. Romanos 3:
23-24 nos dice: “No hay distinción de personas, pues todos pecaron y están faltos
de la gloria de Dios. Pero todos son reformados y hechos justos gratuitamente y
por pura bondad mediante la redención realizada en Cristo Jesús” (Palabra de
Dios).
San Pablo a los romanos destapa la careta
y las máscaras que llevamos cada uno de nosotros: no dice todos somos pecadores,
todos le hemos fallado de una u otra forma a Dios, el enemigo nos ha echado zancadilla,
nos hemos dejado caer y seducir de sus trampas y hemos pecado. Pero Jesús, El
Señor de la Misericordia nos ha venido a restaurar, a liberar y a levantar para
hacernos libres del pecado, a quien no lo merecemos Jesús nos perdona. Aunque
no hemos hecho nada para merecerlo, se nos otorga Misericordia, porque de
verdad nos ama… y solo nos pide que lo aceptemos por la fe.
El Señor de la Misericordia pide lo siguiente
en Miqueas 6-8: “Ya se te ha dicho, hombre, lo que es bueno y lo que el Señor
te exige: tan solo que practiques la justicia, que seas amigo de la bondad y te
portes humildemente con tu Dios”. Estas palabras están dirigidas a toda la humanidad.
A usted y a mí se nos está ofreciendo misericordia por igual. El Señor nos está
mostrando lo que es bueno y responde lo que se requiere de nosotros.
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