Por José
Eugenio Hoyos
Han pasado
de una forma muy rápida después de la pascua de la Resurrección 50 días y todo
un pueblo lleno de gozo y alegría espera con fe y en oración la llegada de las
grandes promesas “Pentecostés.” Ya nuestra “Locura Santa” de Pentecostés se
siente en todas partes, en todas las Iglesias, en todos los grupos de oración y
sobre todo estamos ansiosos de esta gran celebración los que pertenecemos a la Renovación
Católica Carismática.
La fiesta de
Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde
los Cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación que
existe entre la Resurrección gloriosa de Jesús, su ascensión y la venida del Espíritu
Santo.
Nos dice
Hechos de los Apóstoles 2, 1-5: “Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos
reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga
de viento impetuoso, que lleno toda la casa en la que se encontraban. Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre
cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a
hablar en otras lenguas, según el espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén
hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo
el cielo.”
El que
entiende y vive Pentecostés es aquel que entiende la locura de la cruz, el que
goza con locura el recibir dones y carismas, y el que se en loquece al vivir y
seguir a un Cristo vivo y resucitado. Si la alegría de la locura de ser Carismático
es un don de poder expresar nuestro gozo y sentir el fuego en nuestros
corazones.
Nos volvemos
locos cuando Testimoniamos Sanaciones vemos liberaciones y sentimos la fuerza
del Espíritu Santo. Pentecostés es la gran fiesta de locos movidos por la
fuerza y el soplo de Dios el “RUAH.”
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