Por José
Eugenio Hoyos
Este es un año dorado, un tiempo de bendiciones donde nuestra
Iglesia Católica tiene un motivo más para celebrar y dar gracias a Dios por
darnos la oportunidad a los Católicos y Carismáticos para celebrar el Jubileo
de Oro de la RCC.
Cada evento, retiro, congreso Carismático es de suma
importancia pues nos hace recordar en nuestra propia Iglesia que existe el Espíritu
Santo y que somos parte de esa familia trinitaria.
Al prepararnos y tomar el rumbo hacia el Jubileo de la Renovación
Carismática no es una celebración más, no es un acontecimiento más, no es una
fiesta más, es un compromiso serio con Dios, con el Hijo y con el Espíritu Santo.
Es una oportunidad para sacer nuevas fuerzas espirituales, crecer más en la fe
y comprometernos profundamente en la promoción de la cultura de Pentecostés y
sobretodo en la Nueva Evangelización.
Hay que proclamar un Cristo vivo con nuestros propios
testimonios, y trabajar más con el verdadero compromiso de cada Carismático.
En Jesús de Nazaret encontramos el rostro de Dios, que ha
bajado del cielo para sumergirse en el mundo de los hombres, en nuestro mundo y
ha venido para que vivamos de nuevo un Pentecostés. Celebramos este Jubileo de
Oro de la RCC para que seamos parte de un nuevo avivamiento, para fortalecer nuestra
fe y vida de oración y volver al primer amor que es el Espíritu Santo y
recordar al mundo que las Promesas de Jesús no han terminado y se están dando
en cada liberación, conversión y sanación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario