Por José
Eugenio Hoyos
Las Sagradas Escrituras nos dice que por el poder de su
palabra fueron creados los cielos. El hablo y así se hizo; ordeno y fue
obedecido.
En la palabra obra la omnipotencia de Dios; su palabra tiene
poder creador y hace que surja a la existencia aquello de lo que habla. Como palabra
de Dios vivo, es palabra viva y que da vida. No solo hace surgir a la vida,
sino que también hace vivir lo que esta muerto.
El poder re avivador de su palabra hace levantar a los
muertos y darles vida eterna a las almas muertas.
Un ejemplo extraordinario y verídico lo encontramos en San
Juan Capitulo 1 y siguientes: “Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era
de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. Versículo 3 las dos
hermanas mandaron a decir a Jesús: “Señor, el que tu amas esta enfermo. Al oírlo
Jesús dijo: “Esta enfermedad no terminara en muerte, sino que es para Gloria de
Dios, y el Hijo del hombre será glorificado por ella.
Versículo 17: cuando llego Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días
en el Sepulcro.
Versículo 20: Apenas Marta supo que Jesús llegaba salió a su
encuentro, mientras María permanecía en casa. Marta dijo a Jesús: “Si hubieras
estado aquí mi hermano no habría muerto pero aun así, yo sé que puedes pedir a
Dios cualquier cosa. Y Dios te la concederá y cuando pedimos con fe por ejemplo
un Congreso Carismático, en una vigilia, en un retiro espiritual, en una Eucaristía
o frente al Santísimo. Dios responde sana, libera y salva.
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