Por el Rev. José E. Hoyos
Estamos viviendo en un mundo donde necesitamos más oír que hablar. El mismo Jesucristo cuando estaba predicando a las multitudes les decía: “el que tenga oídos que oiga.” Pero tenía mucha razón pues la mayoría de veces cometemos errores por que no escuchamos a los demás, o cuando tomamos la palabra dominamos la conversación y aburrimos a los demás, pensando que nuestras ideas y conceptos son mejores que los de los demás.
“Quien mucho habla, mucho yerra.” Dios nos dio dos oídos y una boca para indicarnos que debemos oír más y hablar menos. Esto avisa que ha de evitarse el hablar demasiado. “El que guarda su lengua, guarda su alma.” Veamos algunos ejemplos. La Biblia dice: “De la abundancia del corazón habla la boca.” Esto significa que los sentimientos, saberes buenos y también las cosas malas y soeces salen al hablar. ¿Qué domina en tu corazón, el amor o el odio?
Esopo, fabulista griego, en una de sus moralejas hace alusión a la lengua cuando cuenta que un rey envió a su criado a comprar unas lenguas, luego lo envió de nuevo diciéndole que le trajese lo peor que encontrase. El esclavo compro otras lenguas. Solo basta entender que enseña esta fabula, saber que es orar y que es maldecir cuando la oratoria es sagrada o cuando la lengua es viperina, maldiciente o agresiva.
Preguntémonos de paso, ¿quien educa a quien si la sal esta corrupta? El analfabetismo y las malas costumbres son universales. Entendamos que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra, y “si un ciego conduce a otro ciego, ambos caerán en la fosa." " No con quien naces sino con quien paces” agrega Cervantes. ¿Qué clase de vocabulario emplea en el hogar? Si quiere que sus hijos sean educados y respetuosos no diga malas palabras, ni le grite a sus hijos, dialogue con palabras sencillas y constructivas. Ortega y Gasset dice: “hablar es exagerar.” Otro dijo: “el que habla con un borracho, habla con un hombre ausente” y por falta de dialéctica se llega al conflicto.
Siempre empleamos palabras de doble sentido, con chistes irónicos, que conllevan el fermento de la maledicencia diabólica. “El habla debe revestir dignidad y discreción.” Hoy han hecho época los cuentachistes, teatreros, caricaturescos, sin ideología ni moral, poniendo en tela de juicio a la madre, la esposa, la familia, amigos y demás como ejemplo ridículos con sentido figurado, con palabras de doble sentido y haciendo referencia a las partes pudendas con exhibicionismos en televisión y vulgaridades mercantilistas.
Al hombre hablador e indiscreto no confíes tus secretos.
1 comentario:
Gracias por publicar este tipo de cosas, es bueno encontrarse con estas publicaciones, que siempre nos haràn una mejor persona!!
Dios le bendiga!
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