Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Hoy en día hay muchas enfermedades que están acabando con la vida de las personas, pero hay una modalidad que hay que ponerle atención y es el uso de algunos medicamentos y drogas que están destruyendo la vida de nuestros jóvenes, y estas drogas son mortales aunque no están etiquetadas como tal. Están a disposición de niños, jóvenes y adultos sin ningun control, Valium, codeína, Percocet, morfina, "cheese", "crack", heroína, PCP, LSD, "ecstasy", la mariguana, el "purple haze" y la cocaina. Todas ellas en su mayoria deterioran al ser humano llevándolo a la muerte o al suicidio.
Por favor padres de familia, hay que estar alerta con sus hijos. Revisar sus pertenencias no es violar su privacidad, sino todo lo contrario, un acto de prevención cuando hay sospechas de que sus hijos andan extraviados o en malas compañías. Igualmente no se conforme de que su hijo no tiene este problema. Porque como dirían algunos padres de familia “gracias a Dios el solo fuma cigarrillos” pero no podemos desconocer que millones de jóvenes en las escuelas y universidades entre 12 y 17 años fuman hasta 8 cigarrillos por día.
En que están pensando estos seres, que desde temprana edad nuestros jóvenes empiezan a formar parte del club de Mister Marlboro envenenándose poco a poco con los más de cuatro mil químicos que tiene un cigarrillo. Se necesita estar uno fuera de control para encontrar placer en una sustancia tan repulsiva como el monóxido de carbono que expulsan los carros.
Muchos casi niños fuman, entre otras excentridades para llamar la atención de quienes se han olvidado de su existencia. Cada 9 segundos el cigarrillo acaba con la vida de una persona en el mundo, cada sonrisa que antes era blanca ahora se convierte en amarilla, las colonias o lociones agradables se han convertido en repugnante olor a nicotina. ¿Pero como esperar que cuiden su cuerpo si nadie los vacunó contra la baja autoestima? Y diganme exagerado, pero de las fumarolas en las que se han convertido nuestros adolescentes al corte de venas que proponen los emo hay poco camino.
Que ojalá Mr. Marlboro no siga extinguiendo y pavimentando de nicotina los pulmones de nuestros jóvenes para que un día terminemos con esa nociva influencia y nuestras familias respiren un aire puro y más saludable. Recuerde Mr. Marlboro ataca noche y día y recuerden que el día que estén besando a sus seres queridos no piensen de ustedes que quien esta besando es un cenicero.
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