Después de tres misas seguidas de sanación en el mismo mes no disminuye la asistencia de fieles a estas grandes celebraciones que se han convertido en explosiones de fe, esperanza, testimonios de sanación impresionantes y conmovedores. La Santa Eucaristía sigue teniendo gran poder porque es allí donde está la expresión máxima de que Cristo vive.
La Iglesia de San José en Herndon estuvo a reventar. Se sentía la presencia de Cristo Sanador, sus llagas sanaban las enfermedades y dólencias de los asistentes. La cantidad de testimonios de sanación y liberación nos dejaron a todos con la boca abierta y la piel se nos ponía como piel de gallina.
El fin del mundo será difícil que llegue cuando Dios continua realizando su obra sanadora sobre el mundo. Son tantos los milagros que estamos atestiguando y observando que se tendrán en un futuro que escribir muchos libros sobre la obra de compasión de Cristo sobre los enfermos. “En cambio, si echó los demonios con el dedo de Dios, comprendan que el Reino de Dios ha llegado a ustedes”. (Lc 11, 20).
Dios le dio a Ezequiel palabras con poder y le ordenó que profetizara; los milagros que se produjeron no fueron solo a causa de su fe, sino porque obedeció a Dios y activó y liberó el poder y los propósitos de Dios en la Tierra. Identifiquémonos también nosotros con el corazón y la voluntad de Dios intercediendo por aquellas personas prisioneras en el pecado y la indiferencia espiritual. Dios a través de la oración nos concede los milagros en su tiempo, cuando Él quiere no cuando nosotros queramos. Porque el tiempo de los milagros continua y ahora con este tiempo en que vivimos con más fuerza.
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