Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Efesios 5, 19-20: ‘Cuando se reúnan intercambien salmos, himnos y cánticos espirituales’. Debemos cada servidor ser conciente de que nuestro servicio dentro de la Iglesia debe ir acompañado de una dosis de optimismo, alegría y gozo. Cada servidor debe estar ungido por el poder del Espíritu Santo.
El Señor nos ha regalado una “dinamita espiritual” que es como una fuerza explosiva que vienen de lo alto y nos hace danzar, alabar y alzar nuestra manos al verdadero Rey de Reyes: Cristo Jesús.
Es por eso que en el corazón de cada cristiano en el momento de recibir el Espíritu Santo hubo una explosión que lo transformo lo cambio y lo hizo una nueva persona mucho mas espiritual y sensible al amor de Dios y del prójimo y desde luego mas asiduo en la oración.
Gálatas 5, 22 nos dice: cuando el Espíritu Santo esta activo el fruto de el Espíritu Santo es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, y dominio de si mismo. Estas son cosas que no condenan ninguna ley”. Hay que amar la Cruz, porque ella nos da nueva vida, es un don, una entrega. “Señor envíame”, “Espíritu Santo quiero ser dócil a ti, y así voy a morir a toda la tentación que venga del enemigo”. El servidor es un hombre llamado, ungido y enviado, tiene la autoridad de Dios en el envío. Su ministerio da frutos en la medida en que se pone bajo la autoridad de Dios.
Hay que orar para morir, la oración es cruz para nuestra débil carne. El Espíritu Santo es Espíritu de Oración. Filipenses 4, 13 dice: “todo lo puedo en aquel que me fortalece” gracias Señor porque paso la tribulación que produce perseverancia. La luz de Dios me permite pasar la tribulación y así tengo autoridad espiritual. “La noche esta muy avanzada pero se acerca el día”. No te quedes mirando la noche… comienza a declarar la victoria de Jesús. “Abandonemos las obras de la carne y revistámonos de la armadura de Dios.
La Iglesia con esta crisis que vivimos necesita urgentemente servidores alegres, pero que tu alegría este en Jesucristo. Da mucha felicidad cuando vemos un estadio, un teatro o un coliseo lleno de gente alabando a Dios, allí Jesús se manifiesta con suprema alegría y gran poder. Amen.
Foto: El grupo Miserere.com muestra su alegría alabándole al Señor
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