Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Este fin de semana fui invitado a predicar al VII Congreso Arquidiocesano de la Renovación Católica Carismática en la hermosa ciudad de Denver en el estado de Colorado.
El tema de este gran Congreso, los organizadores lo habían titulado “servidores de Cristo y de la Iglesia”. Desde varias semanas esperaba con ansiedad este congreso, pues no solamente tenía como misión ir a evangelizar, sino de ir a conocer otro aspecto del servicio en la Renovación Carismática y de escuchar los otros dos predicadores invitados de Miami; al cantautor y predicador Marcos Chao y la mexicana Nora Payan.
Mi viaje a Denver fue tranquilo, tuve tiempo de orar, leer y repasar mis charlas, pero al llegar a Denver nos anunciaron que no podíamos aterrizar porque había fuertes vendavales y tormentas acompañadas de turbulencias por lo que el aeropuerto estaba cerrado por lo menos por más de 20 minutos. Después de dar vueltas y vueltas aterrizamos con grandes oleadas de viento. En un instante creí que era una señal del cielo para anunciarnos que este Encuentro Carismático iba a estar acompañado de grandes señales, grandes enseñanzas, y poderosos testimonios.
Fui recibido por el coordinador de la Renovación Católica Carismática de Denver, el cual amablemente me dio la bienvenida y por el camino se abrió al atardecer un gran sol donde pude ver las montañas cerca de el aeropuerto, cubiertas de nieve, donde lo único que pude hacer fue darle gracias a Dios por la belleza de la naturaleza y por la vida.
Nos trasladamos al lugar del Congreso al día siguiente de obtener los primeros asientos de este amplio centro de convenciones. Puede darme cuenta que había llegado gente de Kansas, Nuevo México, California y Texas.
La animación era muy amena y de gran fiesta con alabanzas a ritmo de cumbia norteña, quebradita y mariachi, pues entendí que el 90 por ciento de la población son de origen mexicano. El primer tema del día lo dio el predicador Marco Chao: “Imitar a Cristo en el servicio”. “Pues si yo, siendo el Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes, deben lavarse los pies unos a otros” (Juan 13-14).
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