Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Cuando será ese momento, ese día, o ese año en que la humanidad en júbilo pueda celebrar una paz mundial, donde las personas, los medios de comunicación no mencionen nunca más la palabra guerra, sino que se hable sobre los beneficios de la paz.
Es urgente que los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, las iglesias, y toda comunidad eduque sobre una cultura de paz. El mismo Jesús insistía: “La paz os dejo la paz os doy” (Juan 14, 27).
Están fueron las palabras que Jesús les dijo a los discípulos y ahora son palabras dirigidas a los hombres de todos los tiempos, la paz debe ser la compañera inseparable de todos los días.
La paz es el regalo más valioso y extraordinario que puedes hacerte a ti mismo y a los demás cada día. Recordemos que por experiencia, la guerra y la violencia destruye, no edifican; debilitan las bases morales de la sociedad y crea divisiones y tensiones en la sociedad y en el diario vivir.
La promoción del derecho a la paz asegura, en cierto modo, el respeto de todos los demás derechos, porque favorece la construcción de una sociedad en cuyo seno las relaciones de fuerza se sustituyen por relaciones de colaboración con vistas al bien común. La situación actual prueba nuevamente el fracaso rotundo del recurso a la violencia como medio para resolver los problemas políticos y sociales.
Una solución al problema de la guerra es trabajar unidos por una verdadera inversión social que favorezca a los que se están quedando atrás que son nuestros hermanos menos favorecidos en lo económico y en lo educativo. Igualmente para aquellos cuyos alimentos y asistencia social son precarios. Ya es hora que se repitan las palabras de sanación de Cristo para liberar al hombre de las cadenas de la opresión, del desprecio y de la discriminación. Solo con la paz de Cristo cambiara el mundo.
Cuando será ese momento, ese día, o ese año en que la humanidad en júbilo pueda celebrar una paz mundial, donde las personas, los medios de comunicación no mencionen nunca más la palabra guerra, sino que se hable sobre los beneficios de la paz.
Es urgente que los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, las iglesias, y toda comunidad eduque sobre una cultura de paz. El mismo Jesús insistía: “La paz os dejo la paz os doy” (Juan 14, 27).
Están fueron las palabras que Jesús les dijo a los discípulos y ahora son palabras dirigidas a los hombres de todos los tiempos, la paz debe ser la compañera inseparable de todos los días.
La paz es el regalo más valioso y extraordinario que puedes hacerte a ti mismo y a los demás cada día. Recordemos que por experiencia, la guerra y la violencia destruye, no edifican; debilitan las bases morales de la sociedad y crea divisiones y tensiones en la sociedad y en el diario vivir.
La promoción del derecho a la paz asegura, en cierto modo, el respeto de todos los demás derechos, porque favorece la construcción de una sociedad en cuyo seno las relaciones de fuerza se sustituyen por relaciones de colaboración con vistas al bien común. La situación actual prueba nuevamente el fracaso rotundo del recurso a la violencia como medio para resolver los problemas políticos y sociales.
Una solución al problema de la guerra es trabajar unidos por una verdadera inversión social que favorezca a los que se están quedando atrás que son nuestros hermanos menos favorecidos en lo económico y en lo educativo. Igualmente para aquellos cuyos alimentos y asistencia social son precarios. Ya es hora que se repitan las palabras de sanación de Cristo para liberar al hombre de las cadenas de la opresión, del desprecio y de la discriminación. Solo con la paz de Cristo cambiara el mundo.
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