Por el Rev. José Eugenio Hoyos
En el lanzamiento del libro “Bendecidos, Sanados y en Victoria”, uno de los periodistas de uno de los periódicos del área metropolitana de Washington me preguntaba “¿Por qué había escogido ese titulo y no el de “Jesús Sanador”, “Cristo el medico divino”, “Las manos milagrosos de Cristo”, “Sanación y Milagros”? etc. Y yo le conteste: “fue la inspiración del Espíritu Santo”, pues todo ha sido en base a una larga experiencia de un trabajo comunitario donde gran cantidad de personas han estado envueltas. Por ejemplo, el ministerio de sanación, intercesión y liberación, igualmente la cantidad de personas que atestiguan en cada Misa de Sanación o retiro, el poder sanador de Cristo y sus milagros.
Por lo tanto la Bendición, la Sanación y la Victoria está en la figura compasiva de Jesús y en el poder de la oración.
Dios esta realizando la promesa de Isaías 44, 3: “porque voy a hacer que corra agua en el desierto, arroyos en la tierra seca”. No cabe duda que como pueblo de Dios estamos “Bendecidos, Sanados y en Victoria!”.
Bendecidos porque somos “la raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un pueblo que Dios eligió para que fuera suyo y proclamara sus maravillas” (1 Pedro 2, 9). Por eso estamos bendecidos, por las grandezas de Dios, por el don de nuestra fe.
Sanados por la compasión y el amor que nos tiene nuestro padre Jesús, porque el poder de El Espíritu Santo, ese espíritu que es el alma de la Iglesia y que con el testimonio por el resultado de la sanación, nos convertimos en antorchas para alumbrar a otros el camino hacia Dios.
Y en victoria, porque Cristo venció y triunfo, venció la muerte, el pecado, el mundo, Cristo en la cruz nos alcanzó la victoria. Y con Cristo, María Nuestra Madre Celestial, la Reina del Cielo y Tierra! Madre de Jesús y Madre Nuestra.
Entonces “Bendecidos, Sanados y en Victoria”, proclamemos que con Cristo somos victoriosos, que Cristo Vive, y que es Él, el Señor de señores, y Rey de reyes.
En el lanzamiento del libro “Bendecidos, Sanados y en Victoria”, uno de los periodistas de uno de los periódicos del área metropolitana de Washington me preguntaba “¿Por qué había escogido ese titulo y no el de “Jesús Sanador”, “Cristo el medico divino”, “Las manos milagrosos de Cristo”, “Sanación y Milagros”? etc. Y yo le conteste: “fue la inspiración del Espíritu Santo”, pues todo ha sido en base a una larga experiencia de un trabajo comunitario donde gran cantidad de personas han estado envueltas. Por ejemplo, el ministerio de sanación, intercesión y liberación, igualmente la cantidad de personas que atestiguan en cada Misa de Sanación o retiro, el poder sanador de Cristo y sus milagros.
Por lo tanto la Bendición, la Sanación y la Victoria está en la figura compasiva de Jesús y en el poder de la oración.
Dios esta realizando la promesa de Isaías 44, 3: “porque voy a hacer que corra agua en el desierto, arroyos en la tierra seca”. No cabe duda que como pueblo de Dios estamos “Bendecidos, Sanados y en Victoria!”.
Bendecidos porque somos “la raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un pueblo que Dios eligió para que fuera suyo y proclamara sus maravillas” (1 Pedro 2, 9). Por eso estamos bendecidos, por las grandezas de Dios, por el don de nuestra fe.
Sanados por la compasión y el amor que nos tiene nuestro padre Jesús, porque el poder de El Espíritu Santo, ese espíritu que es el alma de la Iglesia y que con el testimonio por el resultado de la sanación, nos convertimos en antorchas para alumbrar a otros el camino hacia Dios.
Y en victoria, porque Cristo venció y triunfo, venció la muerte, el pecado, el mundo, Cristo en la cruz nos alcanzó la victoria. Y con Cristo, María Nuestra Madre Celestial, la Reina del Cielo y Tierra! Madre de Jesús y Madre Nuestra.
Entonces “Bendecidos, Sanados y en Victoria”, proclamemos que con Cristo somos victoriosos, que Cristo Vive, y que es Él, el Señor de señores, y Rey de reyes.
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