jueves, enero 31, 2013

La reforma migratoria no llega en paracaídas.

Por Rev. José Eugenio Hoyos.
Se aproxima pronto la reforma migratoria, primero fue el ABC, luego la Ley Nacara y las necesidades de los inmigrantes, con el tiempo  siguieron creciendo y el número de indocumentados en todo el territorio de la unión Americana se hizo visible.
Pero cuando hablamos de inmigrantes no son solo de los de origen hispano, sino de todos los continentes que vienen a Los Estados Unidos buscando nuevas oportunidades.
Desde 1.993 siendo Sacerdote  y Vicario de la Catedral de Santo Tomas Moro en Arlington, Virginia, comenzamos a organizar a un pequeño grupo de voluntarios en su gran mayoría salvadoreños, para comenzar a pedir en ese tiempo una “AMNISTIA MIGRATORIA” para ese gran número de indocumentados que se había establecido en el área Metropolitana de Washington.
Con varias reuniones en uno de los salones de la Catedral comenzamos a concientizar a la ciudadanía de la necesidad de legalizar a este grupo de inmigrantes que crecía cada vez con más fuerza.
En el verano de 1.994 nos dispusimos llegar hasta las escalinatas del Congreso de Los Estados Unidos con el apoyo de líderes comunitarios del área.
Una tarde en el mes de Junio, los congresistas Luis Gutiérrez de Illinois, Xavier Becerra de California, el Padre Mark Potolomew de la Iglesia del Sagrado Corazón en Washington  y este servidor Padre José Eugenio Hoyos en representación de la Iglesia Católica de Arlington entre otros fuimos los oradores principales.
Con gran alegría podemos testimoniar que desde 1.994 hasta el día de hoy ya no marchamos por una “Amnistía” sino que se está consiguiendo respuestas positivas para una “REFORMA MIGRATORIA JUSTA”. Que ayudará a devolver la esperanza a 12 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.
Lógico que la lucha por la reforma migratoria no ha terminado, es increíble pero los resultados apenas comienzan.

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