Por Fidel Hurtado-Zapata.
Como miembro de la Renovación Católica Carismática en mi Diócesis de Arlington he tenido la oportunidad de asistir por varios años a las Misas de Sanación oficiadas por el Padre José Eugenio Hoyos quien es el Director Espiritual de ese movimiento Eclesial; mi experiencia como Católico comprometido ha sido maravillosa ya que gracias a los testimonios de Sanación no solo queda uno sorprendido de ver el Amor y la Compasión de Cristo, Sanando a tantos pacientes con cáncer, con problemas de depresión, situaciones de personas luchando con el alcohol, las drogas y todo tipo de enfermedades terminales; sino también que estas celebraciones, encuentros Espirituales me han ayudado mucho a fortalecer mi Fe.
He podido comprender las palabras del Padre José Eugenio Hoyos cuando dice: “Cristo rompe las cadenas”, “Cristo te esta Sanando”, “Confía en Jesús que él te liberará”, “si aumentas tu Fe y estas convencido de que si te vas a mejorar así sucederá” pues en realidad testimoniar a Jesús requiere que tengamos un encuentro personal con Cristo.
Es importante y fundamental recordar las palabras del Papa Paulo VI al afirmar que la Iglesia necesita más de testigos que de maestros o catedráticos en Teología o Espiritualidad; lógico que estos son necesarios, pero en el orden de la eficacia hay que darle importancia al testigo y a los testimonios, por eso todo Bautizado en Cristo tiene la obligación de mostrar ante el mundo necesitado de Dios, que está siendo movido cada día por el Espíritu Santo para demostrar que Cristo vive y ha Resucitado dentro de mi Iglesia Católica Carismática.
No solo el Padre Hoyos es un ejemplo de la predicación al mundo de un Cristo Sanador, a través de los años me han fortalecido Sacerdotes de otros países como el Padre Martin Avalos de El Salvador, el Padre José Luis Aguilar de Argentina, el Padre Darío Betancourt de Colombia, el Padre Pedro Núñez de cuba entre muchos otros.
Es cierto que en cada Eucaristía Hay Sanación, pero en las Misas de Sanación nos sentimos Bendecidos, Encendidos, en Victoria y Sanados Setenta Veces siete.
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