Por Rev. Jose Eugenio Hoyos.
Una gran mayoría de personas que reciben Sanación de una
enfermedad o situación sicológica, en vez de debilitarlos reciben una gran
fortaleza que dejan a todo el mundo sorprendido.
Y esa fortaleza es la potencia del Espíritu Santo Sanador y
Liberador.
Eso lo hemos entendido y visto dentro de nuestro Ministerio
de Sanación de que por muchos años todo el que regresa a una vida saludable de
la misa forma se reintegrara a servir a la Iglesia como signo de agradecimiento
y de haber tenido un encuentro Espiritual con Cristo.
Recordaremos de lo que estoy diciendo muchos ejemplos en la
Biblia como por ejemplo el ciego Bartimeo que al enterarse de que era Jesús de
Nazaret el que pasaba, empezó a gritar “Jesús,
hijo de David, ten compasión de mí, muchas personas trataban de hacerlo callar.
Pero el gritaba con más fuerza: “Hijo de David ten compasión de mi”.
Jesús se detuvo y dijo “llámenlo”. Llamaron pues al ciego diciéndole:
“vamos, levántate que te está llamando” y el arrojando su manto, se puso de pie de un salto
y se acercó a Jesús. Jesús le pregunto ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego respondió
“Maestro que vea” entonces Jesús le dijo: “Puedes irte, tu Fe te ha salvado y
al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino” (Marcos 10, 48-52), lo
importante aquí es seguir a Jesús a todo momento.
Con la acción de Cristo sobre nuestros ojos, Dios está
tocando, no como Dios de los justos, sino como el Dios de los que sufren, el
Dios que Sana, que libera y que alivia toda herida.
Jesús, a través de la Sanación, sorprende al mundo incrédulo,
con su acción curativa quiere tocar los corazones de millones de personas que todavía
no han experimentado su amor Sanador.
Jesús en cada Sanación no trata de manipular fuerzas
invisibles, ni conjuros, ni hechicerías, ni magias; solo invoca el amor curador
que viene directamente de Dios que se compadece con los que sufren.
Tantos testimonios de Sanación de cáncer, de problemas de hígados,
de riñones, próstata, depresión, migraña, diabetes etc. Están revolucionado el
mundo moderno. Y recordemos siempre que estamos “Bendecidos, Encendidos,
Sanados y en victoria” y “Sanados Setenta Veces Siete”
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