jueves, febrero 06, 2014

La Eucaristía: Fruto de amor

Por el Padre JOSÉ E. HOYOS | Para el Catholic Herald




Una vez más como Director del Apostolado Hispano de la Diócesis de Arlington, invito a la comunidad Hispana Católica a ser frecuentes en la participación de la Santa Eucaristía y llegar unos minutos antes de la Misa y en silencio prepararnos para participar de una forma profunda y con gran devoción a este momento tan importante de nuestra vida espiritual.
Un católico ausente de la Eucaristía estará siempre débil cuando no recibe a Jesús Eucaristía. Igualmente recomiendo durante la semana pasar unos minutos ante el Santísimo Sacramento para llenarnos de fuerza y continuar con grandes bendiciones en nuestro diario vivir.

 

La historia de la salvación ha sido pensada por el Padre y culmina con el Hijo, “Pan de Vida Eterna”.
Dice San Pablo que: “Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo” (2 Cor 5, 19). El hijo de Dios nos incorpora a si mismo por el Bautismo y la Comunión para bendecir, alabar y agradecer al Padre (Eucaristía) y reconciliarnos con Él (sacrificio de expiación).
Es el Espíritu Santo quien hace efectiva la presencia de Cristo en la Eucaristía como don del Padre. Según San Pablo fue el Espíritu quien resucitó a Jesús dentro los muertos” (Gal 1,1; Heb 13,20) dando vida a su carne mortal y haciéndola así también “vivificadora” (Rom 8,11) por eso en la oración de consagración el celebrante convoca al padre diciendo “Santifica estos dones con la fuerza de tu Espíritu, de manera que sea para nosotros cuerpo y sangre de Jesucristo nuestro Señor”.
Padre e hijo enviaron su espíritu en los corazones para que digan “Abba, padre” los introduzca en el conocimiento pleno y los enriquezca con sus dones, carismas y ministerios, virtudes y frutos de vida divina, las tres personas unidas en un solo amor, en una sola oración salvadora hacen de la Eucaristía la fuente y cumbre de la vida cristiana por eso todos los nuevos bautizados católicos debemos promover con nuestro propio testimonio la Eucaristía en este tiempo de la nueva evangelización.
La Eucaristía es comunión, no solo con el hijo a quien recibimos en la Eucaristía sino también con el Padre y el Espíritu Santo con quien el Hijo hace una sola cosa, una sola divinidad. Definitivamente el sacramento de la Eucaristía tiene un extraordinario poder de sanación.

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