lunes, febrero 03, 2014

Eucaristía con lluvia de sanaciones, Bendiciones y Liberaciones.

Por Fidel Hurtado-Zapata.

Todos los que asistimos a la primera Misa de Sanación del 2014 en la Iglesia del Buen pastor en Alexandria, Virginia fuimos testigos de la multitud que se congregó y de las maravillosas manifestaciones del Espíritu Santo sobre los miles de creyentes.
El celebrante principal de la Misa por los enfermos fue el Padre José Eugenio Hoyos asesor de la Renovación Católica Carismática de la Diócesis de Arlington, Virginia acompañado de los Sacerdotes Luis Quiñones, Padre Andrés Fernández y los Diáconos Sergio Alvarez y Julián Gutiérrez.

Con un gran orden y un derroche de Fe los cientos de servidores de los Ministerios de Intercesión, Liberación y Sanación desfilaron por la nave central de la Iglesia y con sus manos en alto contagiaban de alegría cantando ¡Poderoso es nuestro Dios, poderoso es el señor! Dentro de la Homilía del Padre Hoyos con sus nuevas dinámicas para unirse a la nueva Evangelización y con el lema “Vayan adelante con el corazón ardiente”. Varios servidores hicieron la representación del Evangelio de la resurrección del hijo de la viuda de Naim que impresionó a todos los asistentes e incluso vimos a muchos hombres tocados por el Espíritu Santo llorar..


El Padre Hoyos en su homilía pidió a los Carismáticos resucitar a una nueva vida más cerca a Dios, continuo diciendo: “sin Fe y si no creemos profundamente en Dios, si en nuestras vidas no hay continuidad y perseverancia en los Sacramentos  y en la Oración entonces no se realizaran milagros, prodigios, sanaciones, ni liberaciones. Tenemos que estar convencidos que él que  verdaderamente tiene poder de Sanación es Cristo.
Debemos anunciar la buena nueva de la salvación a toda persona, con el compromiso firme con Cristo y el Espíritu Santo y con nuestra Iglesia Católica de renovar la Fe.

Hoy los Católicos tenemos las señales que acompañaran a todos los que creen (Mc 16, 17-18) que se manifiestan con carismas y dones en cada Misa de Sanación.


Fue una noche de verdad muy bendecida donde se sintió el poder del Espíritu Santo, el poder de Cristo ¡Gloria a Dios!

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