Todos los sacerdotes, y en diferentes idiomas, estaremos escuchando confesiones para que cada penitente pueda disfrutar de un verdadero encuentro con Cristo en este maravilloso tiempo litúrgico.
Ya por varios años hemos escuchado grandes y positivos comentarios de miles de feligreses que aplauden este gran esfuerzo, pues consideran que son las mejores horas para realizar una buena confesión.
Es placentero disfrutar de esta Cuaresma pues no solo tienen la oportunidad de ir a confesar sus pecados, sino que en algunas parroquias hay reflexiones bíblicas, adoración del Santísimo Sacramento y tiempo agradable para meditar.
Igualmente Cristo hoy en día nos invita a una verdadera conversión, a un cambio no solo en 40 días sino el comienzo de una entrega total a Dios.
La verdadera conversión está en dejar atrás el hombre viejo y revestirnos del hombre nuevo. Se manifiesta en nuestra conducta las ganas de cambiar, en nuestro comportamiento con la familia y sobre todo el orar en comunidad.
Este es un tiempo maravilloso en el cual hay que empezar de nuevo en Cristo, siendo sostenido por una gracia particular del Espíritu Santo. Es por eso que el mensaje de Cuaresma está lleno de grandes oportunidades para aquellos que se quieran acercar más a la Iglesia.
Cristo con todo su amor y compasión nos pide hoy una mortificación más profunda que ojala sea ofrecida con gozo y no por obligación: La abstinencia y el ayuno que fortifican el espíritu, mortificando las carne y su sensualidad; elevando el alma a Dios, abatiendo la concupiscencia, dando así fuerzas para vencer y amortiguar las pasiones, y disponiendo el corazón para que no busque otra cosa distinta que no sea el agradar a Dios en todo.
El mismo Apóstol San Pablo nos dice: “Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuche y en el día de la salvación te socorrí; pues bien ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación” (1 Cor. 6,2).
Vivamos estos tiempos de Cuaresma desocupando nuestra alma y nuestras vidas de todo lo negativo que no nos deja ver la verdadera luz de Cristo. Es tiempo de salir de las tinieblas y tener un encuentro especial con Jesús. ¿Cuándo fue la última vez que recibiste la penitencia y la Sagrada Eucaristía? ¡Te invito a que vengas a compartir con nosotros esta Cuaresma! ¡Cristo te está esperando!
Es placentero disfrutar de esta Cuaresma pues no solo tienen la oportunidad de ir a confesar sus pecados, sino que en algunas parroquias hay reflexiones bíblicas, adoración del Santísimo Sacramento y tiempo agradable para meditar.
Igualmente Cristo hoy en día nos invita a una verdadera conversión, a un cambio no solo en 40 días sino el comienzo de una entrega total a Dios.
La verdadera conversión está en dejar atrás el hombre viejo y revestirnos del hombre nuevo. Se manifiesta en nuestra conducta las ganas de cambiar, en nuestro comportamiento con la familia y sobre todo el orar en comunidad.
Este es un tiempo maravilloso en el cual hay que empezar de nuevo en Cristo, siendo sostenido por una gracia particular del Espíritu Santo. Es por eso que el mensaje de Cuaresma está lleno de grandes oportunidades para aquellos que se quieran acercar más a la Iglesia.
Cristo con todo su amor y compasión nos pide hoy una mortificación más profunda que ojala sea ofrecida con gozo y no por obligación: La abstinencia y el ayuno que fortifican el espíritu, mortificando las carne y su sensualidad; elevando el alma a Dios, abatiendo la concupiscencia, dando así fuerzas para vencer y amortiguar las pasiones, y disponiendo el corazón para que no busque otra cosa distinta que no sea el agradar a Dios en todo.
El mismo Apóstol San Pablo nos dice: “Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuche y en el día de la salvación te socorrí; pues bien ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación” (1 Cor. 6,2).
Vivamos estos tiempos de Cuaresma desocupando nuestra alma y nuestras vidas de todo lo negativo que no nos deja ver la verdadera luz de Cristo. Es tiempo de salir de las tinieblas y tener un encuentro especial con Jesús. ¿Cuándo fue la última vez que recibiste la penitencia y la Sagrada Eucaristía? ¡Te invito a que vengas a compartir con nosotros esta Cuaresma! ¡Cristo te está esperando!
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