Seguimos avanzando en este tiempo
litúrgico de la Cuaresma y continuamos preparándonos Espiritualmente de muchas
maneras. Primero participando con más frecuencia en la Santa eucaristía, hemos
visto largas filas en todos los confesionarios cada miércoles cuando la luz se
enciende en todas nuestras Parroquias de la Diócesis de Arlington, Virginia;
las obras de caridad se mueven más, nuestra participación en el Santo Viacrucis
verdaderamente nos invita a vivir un encuentro de Reconciliación con Cristo.
Nos damos cuenta que cuando Oramos más
en este tiempo de conversión la travesía a la eternidad comienza en una Oración
y con el Santo Rosario.El llamado a vivir la pasión de Cristo es una gran ayuda para tapar las grietas que tenemos en el alma ocasionada por el pecado. “Él que no tenga pecado lance la primera piedra” (Juan 8,7) cada persona en este mundo es como una vasija agrietada, pero cuando conocemos dónde están esas grietas nos dan la oportunidad para cambiar, convertirnos y obtener grandes resultados espirituales.
En cada lectura del Evangelio que nos
presenta la liturgia nos da una gran oportunidad para acercarnos más a Dios,
conocer su sufrimiento y sacrificio y vivir todo lo que hizo por cada uno de
nosotros. Es tiempo de reconocer quienes somos y quien es nuestro verdadero
Padre.
Una mujer trabajaba como servidora en el Palacio de un Rey y la princesa de allí trataba de discriminarla con expresiones bajas e hirientes, hasta el extremo de decirle un día: Tú no eres nadie, yo en cambio soy hija del Rey. A estas palabras la trabajadora respondió con elocuencia: Tú eres la hija del Rey, pero yo soy la hija de Dios.
Por eso para la Iglesia Católica, tu eres una persona importante, ante los ojos de Dios eres de un gran valor pero no lo eres hasta que no lo reconoces.
En el libro del Eclesiástico 3,1-18
aparece la más hermosa promesa de Dios: Hijos escúchenme a mí que soy el Padre,
hagan lo que les digo y así se salvaran” las promesas de Dios jamás dejaran de
cumplirse y Jesús es el reflejo más fiel de que se cumplen en este tiempo de
Cuaresma, saca tiempo para Orar en un lugar calmado y así alejaras los temores,
las quejas y la aflicción.
Ora como si todo dependiera de Dios y
actúa como si todo dependiera de ti. Si quieres estar en paz, pon tu vida en
las manos poderosas de Cristo.
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