Por
Padre José Eugenio Hoyos
Los
sacerdotes que pertenecen a la Renovación Católica Carismática son las personas
más alegres, entusiastas y llenas de la fuerza y del gozo que ofrece el Espíritu
Santo.
Esto
lo pudimos comprobar en la reciente reunión mundial que la oficina del ICCRS
organizo en Roma y donde más de 1,200 sacerdotes carismáticos de todo el mundo asistieron
para compartir con el Papa Francisco poderosas y maravillosas enseñanzas.
Los
sacerdotes estamos llamados a apoyar los movimientos que existen en la Iglesia
pues en su diversidad las comunidades se enriquecen. Todo sacerdote carismático
debe presentar ante sus feligreses un Dios de amor, un Dios compasivo y misericordioso,
un Dios sanador y liberador. Porque el mismo Cristo es amor, y está en el corazón
de la Iglesia llamada a servir desde la identidad hasta la unidad.
Los
sacerdotes en general pero los que dirigen la Renovación Católica Carismática
deben anunciar y multiplicar la nueva cultura de Pentecostés con fuerza, ardor,
fuego y mucho entusiasmo.
El
Sacerdote es un agente directo del Espíritu Santo en la unidad, la oración y la
alabanza, que su predicación sea para edificar y llevar las alamas a los pies
de Cristo. Que sea un pastor dispuesto a escuchar a sus ovejas, un profeta de
este siglo que ayude a plantar dones y carismas y que luego recoja abundantes
frutos para el crecimiento de sus ovejas. Pero ante todo el sacerdote carismático
debe destacarse por su santidad.
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