P. José Eugenio Hoyos
En algunos congresos o eventos carismáticos
o en jornadas de Evangelización se me acerca mucha gente a preguntarme si de
verdad es posible romper y liberar ataduras de antepasados o de tiempo
generacional. Y si es una buena pregunta ya que la mayoría de los seres humanos
no sabemos el pasado de nuestros ancestros, ni conocemos sus sufrimientos y
traumas. Cuando hay oración de sanación a través de una Adoración Eucarística
el creyente debe pedir sanación y sellamiento del Espíritu Santo interrelacionar.
De verdad que la sanación y liberación del
Espíritu conlleva directamente a una armonía entre el espíritu, la mente y la
carne, en donde claramente debe manifestarse la salud integral.
Desafortunadamente nuestra sociedad y mucho menos nuestros gobiernos invierten
poco a la salud mental. Somos una sociedad estresada, deprimida y solitaria. Es
por eso que ya encontramos desde años jóvenes y adultos comportamientos violentos,
crimines a temprana edad, porque existen sentimientos de culpa, rencores,
resentimientos, obsesiones compulsivas de todo índole, estados depresivos,
situaciones repetitivas que pasan de abuelos a padres y de padres a hijos, como
cadenas de suicidios, violaciones, agresiones intrafamiliares, manías, muertes violentas,
esquizofrenia, malformaciones congénitas, y una lista interminable de
enfermedades que afectan al ser humano.
Es por eso que la fuerza sanadora y
liberadores del Espíritu Santo acompañada de una fuerte oración y alabanzas son
la mejor medicina divina para romper y sanar los efectos intergeneracionales.
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