Por Kelvin
Saravia
Por supuesto
y sin dudar me atrevería a decir que todos los Católicos son las personas más
felices y generosas en el mundo espiritual.
Pero los que
pertenecen y están activos en la gran corriente de gracia: “La Renovación
Carismática Católica” (RCC) no solo son alegres sino que están llenos del gozo
de Espíritu Santo y con el fuego arrasador de vivir la cultura de Pentecostés.
A algunos les incomoda el sentir el entusiasmo de cientos de personas orando y
alabando a Dios en los grupos o círculos de oración. Cuando todo lo contrario
deberían darle gracias a Dios al poder ver como todo un pueblo siente con
alegría la presencia de un Cristo vivo y la fuerza sanadora y liberadora del
Espíritu Santo.
El Espíritu
Santo mueve a la Iglesia y trae mucha alegría es un anticipo de la gran fiesta
que nos prepara y nos muestra como es la vida eterna.
Los Católicos
no somos multiplicadores del gozo de un Cristo resucitado, que trae paz, y
esperanza.
Los
Carismáticos felices demuestran en todo momento que los dones y carismas fluyen
en sus corazones en su vida personal y en sus familias.
Los
Carismáticos felices y exitosos producen en la Iglesia Católica balances
positivos y son grandes líderes en la comunidad.
El Padre
José Eugenio Hoyos dice: “Los que pertenecen a la Renovación Carismática se
convierten en los motores de nuestra Iglesia Católica y la enriquecen cuando
comparten sus dones y carismas estamos bendecidos cuando los grupos de oración
alaban interceden y oran entonces la Iglesia se enaltece y se santifica.”
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