Faltan pocos meses para dar comienzo a la gran celebración de
los 50 años o Jubileo de Oro de la Renovación Carismática Católica a nivel
mundial.
Hay muchos preparativos, grandes eventos y masivos congresos
donde los Carismáticos nos uniremos en oración y alabanza para dar gracias a
Dios por regalarnos esta bendecida y poderosa corriente de gracia que tantos
dones, carismas y bendiciones a traído a nuestra Iglesia y a los grupos de oración.
Por eso es importante que nos encadenemos al Espíritu Santo y
adhirámonos a Él como decía San Pablo a los Sacerdotes de Éfeso: “Encadenado
por el Espíritu Santo, voy a Jerusalén” (Hechos 2, 22). Sobre todo, al cambiar
unas circunstancias importantes, pedir a Dios las luces del Espíritu Santo y
asegurarle sinceramente que no deseamos otra cosa que hacer su voluntad.
Hay que observar en meditación y en silencio los diversos
movimientos de nuestra alma. Con este sistema, llegaremos a conocer poco a poco
lo que es de Dios y lo que no es. En un Carismático Católico obediente a la
gracia y a la Iglesia, lo que viene de Dios es sereno y tranquilo. Lo que viene
del demonio es violento y lleva consigo la división, la inquietud y la
ansiedad.
“Procura conservar el corazón en paz; no le desasosiegue ningún
suceso de este mundo… Aunque todo de derrumbe aquí abajo y todos los
acontecimientos nos sean adversos sería inútil que nos turbásemos, pues esa turbación
nos aportaría más perjuicio que provecho.’
Los Carismáticos tenemos mucha riqueza espiritual que ayudara
que los que no conocen a Dios se conviertan.
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