Por José
Eugenio Hoyos
Cada vez que he sido invitado a diferentes eventos o
congresos de la Renovación Carismática (RCC). Siento que hay mucha necesidad de
conocer más acerca de Dios y del Evangelio de Jesucristo. Sobretodo veo caras nuevas,
muchos jóvenes sedientos del amor y de la Misericordia de Dios.
No nos dé miedo de hablar de Cristo y de sentirnos orgullosos
de pertenecer a la Iglesia Católica única Iglesia fundada por Jesús.
La primera respuesta es que podemos hablar de Dios porque él
ha hablado primero con nosotros.
En san Marcos 4: 30-32 nos dice la Biblia: “¿Con que podríamos
comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos serviría para representarlo? Se parece
a un grano de mostaza. Cuando se le siembra, es la más pequeña de todas las
semillas de la tierra, pero una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande
de todas las hortalizas y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se
cobijan en su sombra.”
Cuando hablemos de Dios a otras personas tenemos que estar
convencidos que Dios si existe y es real. Dios es grande y misericordioso que también
tiene tiempo para nosotros, se ocupa de nosotros, cuida de nosotros, nos sana,
libera y nos transforma. En Jesús de Nazaret encontramos el verdadero rostro de
Dios.
Todos los movimientos eclesiales y pastorales son muy
importantes para la Iglesia.
Los Carismáticos, los Cursillistas, Emaús, los Encuentros
Matrimoniales y la Legión de María debemos
ser pieza fundamental en la Nueva Evangelización, sin cansarnos ni tener miedo
de hablar a toda hora de Dios.
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