Por José
Eugenio Hoyos
Encontramos en muchos lugares Católicos y hasta Carismáticos confundidos
por la practica de la hechicería, ocultismo, adivinación, brujerías, satanismo,
fetichismo, teosofía, magia blanca y negra, amuletos, la mal llamada “metafísica”
seguimiento de la Nueva Era o el tan llamativo reiki, conjuros y amarres; que
con urgencia y sometidos a la oración necesitan ser sacados de nuestra vida.
En este caso es aquí donde la sanidad interior y la liberación
juegan un papel importante para purificar nuestra fe y mejorar nuestra calidad
de vida. La sanidad interior y la liberación son procesos necesarios que se
realizan a través de una oración profunda y constante ligada directamente a la
fuerza que produce el invocar el Espíritu Santo. Por el cual las heridas, los
recuerdos y los sentimientos represados en el corazón del ser humano son
sanados y liberados de las fuerzas y del poder malsano del diablo.
Sanar y liberarse interiormente es desocupar en el nombre y
con la autoridad de Jesucristo todo lo que desde el pasado comenzando desde
nuestra infancia nos ha sucedido y han dejado por muchos años huellas profundas
de heridas dolorosas que nos han perjudicado emocionalmente y espiritualmente.
El propósito de una liberación efectiva es arrancar de raíz y
remover con fuertes herramientas espirituales. Todo sentimiento malsano, todo
acercamiento de espíritus nocivos que entristecen el alma y debilitan el Espíritu.
Pues muchas veces caminamos en este mundo sin ni siquiera darnos cuenta que hay
mas muchos mas del carácter de Dios que Él nos quiere revelar.
Cada Diócesis debería formar y establecer un Ministerio de Intercesión,
Sanación y Liberación con una doctrina fuerte Católica y con las bases de la
Espiritualidad Carismática.
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