Por el Rev. José Eugenio Hoyos
El sábado pasado la Iglesia de San Felipe en Falls Church, Virginia se quedó increíblemente pequeña por la multitud que no esperábamos para participar de la gran Misa de Sanación. Lógico que para Dios todo es posible, si desde luego esperábamos un lleno total como está ocurriendo cada mes que estamos celebrando una Misa de Sanación. Pero esta vez fue desbordante, gente en el estacionamiento, los pasillos, y no sólo de la Iglesia, sino de la escuela completamente llenos.
Antes de la Misa uno de los servidores se me acercó y me dijo: “Padre, hoy de pronto muchos hermanos van a tener miedo de venir a la misa, pues los medios de comunicación están anunciando que habra tormentas eléctricas y que los aguaceros van a estar fuertes.” Y yo le contesté: “Dios proveerá y como esta Misa es del Cristo de Nazaret, es Él que dispone y hara que los vientos y las tempestades tomen el rumbo que Él les mande.” Y por obra y gracia del Espíritu Santo, así sucedió. Fue todo lo contrario. Sí hubo calor y humedad, y muchos truenos pero parecía que era la manifestación del cielo donde Jesús se complacía y de gozo se manifestaba por la presencia de miles y miles de personas sedientos de amor, de la compasión y de la sanación de Dios.
Pudimos experimentar grandes prodigios de fe y de oración en los testimonios conmovedores de la noche. Parecía que San Pedro y San Pablo hubiesen organizado una gran fiesta carismática para que no los olvidáramos; hubo lluvia y tormentas, pero no de agua, ni de rayos, sino de júbilo por la cantidad de sanaciones. Porque realmente seguimos mostrándole al mundo de hoy que el tiempo de los milagros no ha terminado. Jesús de Nazaret continua trabajando y San Pablo y San Pedro se hicieron presentes en la Iglesia del gran discípulo de Jesús, el Apóstol Felipe.
Gracias Señor Jesús por usarnos a nosotros los pecadores para confundir a los sabios y soberbios y que a través de nuestro ministerio de sanación, intercesión, alabanza y liberación, continuemos colaborando en tu gran obra de salvación, conversión y sanación. AMEN, AMEN, AMEN.
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