jueves, julio 17, 2008

La fe y la fortaleza de los secuestrados en Colombia

Por el Padre José E. Hoyos
Arlington Catholic Herald
17 de julio de 2008

Hace varios días en un retiro espiritual que teníamos en la Iglesia de Cristo Redentor en Sterling para celebrar el XV aniversario del grupo de oración, reflexionábamos sobre la liberación de Ingrid Betancourt y los otros secuestrados en Colombia.

Nuestro punto principal se trató sobre “La Fe y la Fortaleza”, lo que el mundo entero a través de los medios de comunicación pudimos experimentar a través de la liberación de Ingrid Betancourt. Fueron palabras de agradecimiento, primero a Dios y a María Santísima, pues según sus propias palabras Ingrid con gran emoción daba testimonio de que a pesar de todas las vicisitudes, horrores, y momentos difíciles que tuvo que pasar en su cautiverio por más de 6 años en las selvas colombianas, nunca perdió su fe, pero su fe fuerte la sacó adelante.

Para todos los católicos del mundo, estas declaraciones de Ingrid nos dieron más firmeza y fuerza en nuestra fe y en nuestra religiosidad. Ella nunca dejó de orar y levantarse todos los días a las 4 de la mañana a rezar el Santo Rosario. Esas oraciones eran su alimento espiritual diario, lo que le daba fuerza y fortaleza para continuar con ese calvario y cautiverio tan terrible.

Según ella, “sin mi fe católica, hubiera desfallecido. Hubo momentos en que ya no podía más, mi salud flaqueaba, entraba en momentos de depresión.” Pero cuando se acordaba de sus hijos y de sus otros seres queridos, se acordaba de su madre y de la valentía de una Madre Espiritual, que nunca ha fallado en los momentos más difíciles como es nuestra Madre del Cielo, la Santísima Virgen María.

Los secuestrados estaban acompañados con su fe. Como dice el himno: “En la hora sobre el Gólgota, Cristo, verdadero Cordero Pascual, paga el rescate de nuestra salvación.” “¿Qué es Madre, mi sufrimiento y la ofensa recibida, comparados con el sufrimiento y la ofensa de tu Hijo?” “¿Por qué estas cadenas en nuestros manos y en nuestros pies, como perros despreciados por la sociedad?” Podrían haber sido las preguntas de los secuestrados.

Pero era posible que Dios, en el silencio les decía: “Despacio, despacio, hijos míos. No los he olvidado en el tiempo de la desgracia y la injusticia.” Y ellos respondieron: “Que se cumpla en nosotros tu voluntad sobre todo ahora que no tenemos donde aferrarnos y que nuestra única certeza es saber que Tú, Señor, con tu Madre Santa, estás aquí en la selva con nosotros.”

Ingrid debía reflexionar también en las palabras del poeta Alexej Mislovic: “Tu no debes morir, porque has elegido estar de la parte del día.” Ahora ya paso y al volver hacia atrás tenemos la impresión de haber sufrido una terrible pesadilla. Dios y la Madre del cielo nos indicarán el camino a recorrer para que hagamos su Santa voluntad.

Para los incrédulos que pensaban que rezar el Santo Rosario no tenía sentido, una secuestrada nos muestra que el Santo Rosario y la devoción a la Virgen sí funcionan y son muy efectivos.

Unense a la gran mobilización internacional del 20 de julio por la paz en Colombia. Para más información, ver el sitio Web de Colombia Soy Yo o Un Millón de Voces Contra las FARC. En Washington, vamos a reunirnos en Lafayette Park frente a la Casa Blanca a las 12 p.m. (Metro: Farragut West o McPherson Square)

1 comentario:

Anónimo dijo...

ES ALGO GRANDIOSO Y ESPECIAL DE LA PERSONA CON DIOS Y LA SANTISIMA VIRGEN MARIA. YO SOY TESTIMONIO FIEL DE LO MILAGROSO QUE ES REZAR EL ROSARIO. LO HE VISTO EN MI PAPITO (QDEP), EN MIS HIJOS, NIETOS Y MAMITA, HERMANOS, EN MI, EN MI VIDA. GRACIAS DIOS, GRACIAS VIRGEN MARIA, MADRE CELESTIAL.
SONIA PERLA MENDEZ