Por el Rev. José E. Hoyos
Washington Hispanic
18 de agosto del 2008
La sexualidad es un regalo de Dios; por lo tanto, todo ser humano es llamado a ser responsable. Hoy en día, en nuestros países latinoamericanos, ya estamos siendo testigos de cómo la Iglesia y el estado han aprobado textos escolares para educar sexualmente a nuestros niños y jóvenes.
Lógico que los padres de familia son los primeros educadores de sus hijos, tanto en la fe como en la sexualidad. Hay que sacar el estigma y el tabú para que los hijos se sientan más cómodos en su sexualidad. Los problemas que surgen en el área social cuando no hay una educación adecuada traen problemas de distracción, de amargura o de adicción sexual.
Por ejemplo, los adictos sexuales sustraen tiempo, atención y dinero a sus familias, suelen convencerse de que están atentos y aman a sus padres, cónyuges e hijos, pero ignoran que están centrados en sí mismos y son incapaces de amar realmente. Tienen generalmente graves problemas matrimoniales, que disminuyen la autoestima de ambos. Además, proveen una cantidad notable de estrés a la pareja, suelen estar alejados del hogar, les incomoda la religión y no ofrecen un modelo adecuado a los hijos. Algunos son destructivos en sus familias, comportándose como tiranos, golpeando a los hijos o a sus cónyuges, abusando sexualmente de ellos.
También las amistades se ven comprometidas; generalmente son superficiales o interesadas, ya que el objetivo principal está puesto en lo que se puede obtener de ellas. El deseo y el esfuerzo por controlar las conductas sexuales aumentan. Casi todos los adictos sexuales se prometen interrumpir su comportamiento, incluso llegar al extremo opuesto con el fin de controlar su actividad sexual.
Una persona que padece de adicción sexual puede referir consecuencias a nivel físico, económico, emocional, cognitivo y social. A nivel físico, la persona puede desarrollar disfunciones sexuales tradicionales, como eyaculación precoz o retardad, anorgasmia, etc., enfermedades venéreas o infecciosas (SIDA), problemas como úlceras, hipertensión, vulnerabilidad a las enfermedades, agotamiento físico o trastornos del sueño.
La adicción al sexo resulta muy costosa, a nivel económico; los gastos que se relacionan directamente con el sexo son los que devengan la prostitución, la pornografía, los aparatos sexuales, la telefonía erótica. Los adictos sexuales buscan alivio en el sexo y en el placer que éste les provee. Los doce pasos de Alcohólicos Anónimos se utilizan también para los adictos al sexo. Pueden resultar útiles tanto para los pacientes como para los familiares. Con alma fuerte y con mucha oración sobrellevamos las penas sin hundirnos, y poco a poco salimos como la semilla que muere para dar fruto. En definitiva, temprano o tarde, aprendemos que el tesoro está en crecer espiritualmente, a eso vinimos.
1 comentario:
Es una gran verdad..."a eso vinimos". Lamentablemente la mayoria solo podemos recordar despues de haber cometido muchos y repetidos errores.
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