Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Muchas organizaciones juveniles, universidades, colegios e Iglesias están tratando de promover el talento juvenil. Nuestro adorado mundo cuenta con un gran porcentaje de la humanidad lleno de gente muy joven. Pero estamos perdiendo el rumbo de la juventud, da la impresión que los jóvenes del siglo XXI se han desenfocado.
Los otros días observaba con mucha atención un programa de la televisión española sobre la problemática juvenil que se está viviendo en toda Europa, y realmente me impresionaba ver la pérdida de valores y la degradación de estos jóvenes. Muchos al ser entrevistados decían seriamente que lo que más les interesaba hoy en día era el pasarla bien, sentirse bien y gozar cada momento de su vida. Sus prioridades eran el sexo, las drogas y las fiestas.
Por ejemplo, en una de las calles de Madrid, todos los vecinos se reunieron en una gran vigilia para protestar por el ruido y por la cantidad de peleas que cada año se realizaban y no dejaban dormir a los habitantes de esa zona por los sonidos, no solo de los altercados, sino por las sirenas de la policía y de las ambulancias. Las noches pacíficas madrileñas o de otras ciudades españolas, en los veranos se han convertido en noches borrascosas.
Es lógico, que no todos los jóvenes pasan por momentos de tanta turbulencia, pero es evidente que se ha perdido la noción del respeto a la persona y el temor a Dios. Entre los 12 y los 21 años, las modificaciones, los ajustes, los aprendizajes y las adaptaciones tienen lugar en el ser humano. La disposición de los mayores para comprender este tiempo no parece ser muy amplia, como dijo un joven: “la adolescencia es una edad que los adultos parecen no haberla vivido. Ya la han olvidado”.
Es cierto que poco sabemos efectivamente sobre este periodo. Quienes lo han estudiado se enfrentan a un alto nivel de complejidades. Los jóvenes de hoy no son como los de ayer; han recibido numerosa información sobre el mundo y mucho más velozmente de la que recibimos los adultos de hoy. Sus emociones son más rápidas, su ánimo esta más contaminado por acontecimientos que para otras edades no tuvieron tanto significado o mejor dicho tanto impacto.
La adolescencia del siglo XXI, presenta rasgos que son estudiados por los psiquiatras y los psicoanalistas. Ellos están en contacto con los jóvenes que desean ser mejores para afrontar sus dificultades y lo que nos transmiten sobre esa edad es muy interesante. Sin duda el primer problema es la violencia, tenemos una juventud que ha soportado esta situación en la que el único triunfo para los violentos es la muerte del contrario.
La pobreza es otro drama. La falta de oportunidades en educación, salud y recreación golpea a millones de jóvenes. La exclusión, la marginación y la discriminación es otro drama. Los educadores en las aulas están desarrollando un gran trabajo pero los jóvenes hoy en día parecen que están vendiendo su cerebro sin estrenar.
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