Si así como usted lo está leyendo, usted puede ser el mejor regalo para la persona que usted ni siquiera se imagina. Pues hay que reconocer que la verdadera donación no es aquella que haces con envoltura, sino la que realizas con la ternura y el ardor de tu corazón. He tenido la experiencia de constatar de que personas que han estado tristes o deprimidas el abrazo o la sonrisa de un amigo les han ayudado a que la persona se alegre, se anime o se haya recuperado. En otras ocasiones la presencia de una persona en un hospital o en un funeral ha llevado paz y tranquilidad a los dolientes.
La gratitud de quien ha recibido amor y a su vez ama, no coloca limites de los gestos de ternura, y cuando no se cuenta con posibilidades económicas para expresarla, pero se tiene amor y esperanza, entonces se da asentir posiblemente con mayor fuerza. Lo hermoso de ser agradecido está en que no solo satisfaces y reanimas al otro sino que también resultas reconfortando tu ser, en lo cual se cumple aquella máxima del Evangelio de Cristo: “Hay mas alegría en dar que en recibir”.
¿Te has imaginado cuales podrían ser los gestos más admirables y sorpresivos que podrías tener con la personas que verdaderamente amas? Te sugiero algunos:
- Cuando resucitas una amistad que había sido descuidada.
- Cuando llamas por teléfono a un ser querido solo para saludarle e interesarte por su persona.
- Cuando recordando la fecha de cumpleaños sorprendes a tu ser querido con una felicitación especial, con una fiesta de presencia y de abrazos.
- Cuando en medio de las durezas de la vida llama a tu amigo para contarle un buen chiste y le haces reír a carcajadas.
- Cuando tienes una novedad en tu hogar y la compartes en enseguida con esa persona querida.
- Cuando lo que consideras extraordinario para ti lo compartes con las personas que amas.
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