Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Un momento por favor, no es el Padre José Eugenio Hoyos de Colombia y residente en los Estados Unidos. Estoy hablando para que todo quede claro, del sacerdote español Fernando Hoyos (foto).
El Padre Fernando Hoyos es un Jesuita nacido en Vigo, España, que habiendo ido a Guatemala como “misionero”, acabo integrándose en el ejército guerrillero de los pobres. Dentro de algunas breves investigaciones que pude realizar, para mi gran sorpresa encontré que el sacerdote Fernando Hoyos fue compañero de la Universidad de Lovaina con el famoso sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo, quienes se especializaron en Sociología de dicha universidad.
El Padre Fernando Hoyos fue durante toda su vida, pero especialmente en sus últimos años, la pasión, la muerte y las esperanzas de los oprimidos de Guatemala y del continente. Su figura sintetiza las características de la historia del país, esa mezcla de lucha de cristiánanos comprometidos, de indígenas, de pobres de la tierra y de la lucha político militar. El momento de su caída es también un escenario en donde se puede ver toda la crudeza de la contra insurgencia.
El Padre Fernando Hoyos llego a ser miembro de la Dirección Nacional del Ejercito Guerrillero de los Pobres. Era un líder especial, que asumió sin dudar la vida guerrillera, una vida muy dura.
En el caso del sacerdote Camilo Torres, es el prototipo del cura guerrillero y pionero de la Teología de la Liberación, este sacerdote colombiano fue adalid de esa estrategia triunfante que permitió a la Iglesia de Roma neutralizar en America los componentes materialistas y ateos de la izquierda revolucionaria de quinta generación. Perteneció al Ejercito de Liberación Nacional (ELN) una de las consignas de Camilo Torres fue: “el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”. “Los marxistas luchan por la nueva sociedad y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado”.
El Padre Camilo Torres murió en un enfrentamiento con el ejército. La Verdadera Revolución, según mi humilde opinión no es con las armas, ni secuestrando, ni incendiando buses, ni matándonos los unos a los otros.
Una revolución es con las Sagradas Escrituras, con una inversión social, trabajando por una igualdad social, creando fuentes de empleo con salarios justos, respetando los derechos humanos. Y acabando el hambre, creando una justicia social y compartiendo con los más necesitados, brindando oportunidades y futuro a todos. La revolución de las Bienaventuranzas de Cristo es la verdadera revolución y no colocándole un fusil a Cristo en sus espaldas.
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