lunes, agosto 30, 2010

El Rey Salomón el colesterol y los triglicéridos

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
26 de agosto de 2010

El Rey Salomón es uno de los personajes en el Nuevo Testamento que nos indica el tercer y ultimo rey de todo Israel, incluyendo el reino de Judá. El Rey Salomón lo hemos conocido por su sabiduría, riqueza y poder, pues las Sagradas Escrituras lo consideran el hombre más sabio que existió en la tierra.

Construyó el templo de Jerusalén y se le atribuye la autoria del libro de Eclesiastés, libro de los Proverbios y Cantar de los Cantares. Salomón fue el segundo de los hijos que tuvieron el Rey David y Betsabé. El atributo de la Sabiduría de Salomón es muy destacado. Se cita como ejemplo el llamado juicio de Salomón (1 Reyes 3: 16-28).

Por ejemplo, en el libro del Eclesiastés se pregunta como afrontar la vida, ya que nada en ella es seguro excepto la muerte. Tienen un tono marcadamente existencial, reflexiona sobre la fugacidad de los placeres, la incertidumbre que rodea al saber humano, la futilidad de los esfuerzos y bien de los hombres, la caducidad de todo lo humano y las injusticias de la vida.

La incertidumbre de la existencia es el centro de las reflexiones de Kohelet. Nos invita a disfrutar de la vida, pues nunca podemos estar ciertos de que nos deparará y también las alegrías de este mundo son un don de Dios. “vanidad de vanidades”, “todo es vanidad”.

Hace varios domingos era una de las lecturas de la Santa Misa que en nuestro diario vivir nos hacia reflexionar; la moda, las marcas, el maquillaje, la cirugía plástica caduca y es pasajera, es de una tiranía avasallante. Se incrusta sobre todo en los jóvenes, las victimas principales para imponer la religión del consumo y el culto al cuerpo perfecto, de modelo, o maniquí de vitrina, que unos pocos se esfuerzan por alcanzar y exhibir y la mayoría ahora en silencio.

La moda es joven, la publicidad utiliza perfectamente cuerpos delgados, de apariencia eterna y juvenil. Tras ese sueño de cuerpo estilizado, muchedumbre de jóvenes y de no tan jóvenes, castigan sus cuerpos con dietas, aerobics, gimnasios, cirugías estéticas… y viven pendiente de las calorías, el colesterol, los triglicéridos, las bebidas “light” y los alimentos sin grasa. En la balanza y el espejo se afianza la autoestima o su falta. Llamarle a una persona gordo o gorda es un insulto terrible y no hay mejor piropo que decirle a alguien que ha rebajado.

Cada día esta resultando más difícil y angustiante ser feo, gordo o viejo. Los comerciantes sin ética ni moral gozan en esta cultura y levantan grandes fortunas prometiendo dietas milagrosas, cremas, parches, pastillas que, en cuestión de días o semanas, te logran un cuerpo de modelo.

Mucha razón tenía el Rey Salomón de gritar con eco: “vanidad” de “vanidades”, no cuides tanto el cuerpo, cuida el alma y alimenta el espíritu.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Padre...que no es nada malo el cuidar del cuerpo; si el hermano asno, como decia San Fracisco, esta enfermo o funciona mal o torpemente debido al peso, lo demás no se puede hacer o se hace con dificultades. Ejercicio y la medicina adecuada sin abusos, son necesarios para mantenernos en buena disposición mental y espiritual.
El extremo narcicistico y la falta de estima propia debida a la condición del cuerpo, son ya problemas que necesitan de consejo y ayuda psicologica si es necesario.