Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Nuestro mundo esta lleno de grandes diferencias, ideologías, movimientos y sentimientos encontrados. Muchas veces hemos llegado a la conclusión de que somos irrepetibles. Pero uno de mis grandes sueños es ver un día un nuevo oleaje o avalancha de amor, compasión y solidaridad hacia la humanidad.
No podemos seguir siendo indiferentes los unos a los otros en un mundo creado por Dios para que todos vivamos en armonía. Considero que es fundamental e importante seguir soñando pero para eso hay que sacar de nuestra forma de vivir todo lo negativo ante el ser humano.
En nuestra sociedad encontramos misántropos que son personas que muestran antipatía hacia el hombre como ser humano, pueden llegar a ser sectarios o autodestructivos. El comediante de monólogos americano Bill Hicks mostró rasgos de misantropía en su trabajo. “El ser humano es un cúmulo de ridiculeces y en masa es una aberración” (Guillermo Cornejo).
Lo contrario a la misantropía es la filantropía que es el amor a la humanidad y gracias a la filantropía podemos tener un mundo más humano y solidario. Un pequeño ejemplo del amor solidario y que entra dentro del aspecto filantrópico es el que sale del corazón para beneficiar a una persona o a una sociedad.
Se cuenta la historia verdadera de un anciano que perdió el conocimiento en una calle de Brooklyn y lo llevaron de urgencia al hospital de Kings County. Después de hacer algunas indagaciones, una enfermera creyó localizar al hijo del anciano; era un infante de marina que trabajaba en Carolina del Norte. Cuando llego al hospital, la enfermera le dijo al anciano: “su hijo esta aquí”. El pobre anciano, muy sedado con tanta medicina, levanto su mano temblorosa. El soldado con tanta medicina, levanto su mano temblorosa. El soldado tomo su mano entre las suyas varias horas. De vez en cuando la enfermera le sugería el soldado que se tomara un descanso, pero el rehusaba. Cerca de la madrugada, el anciano falleció. Cuando murió, el infante de marina le pregunto a la enfermera: “¿Quien era ese hombre”. La enfermera le dijo: “¿no era ese su Padre?”. “No”, dijo el soldado, “pero vi que se estaba muriendo que en ese momento el necesitaba a un hijo desesperadamente y por eso me quede”.
Si tuviéramos esa actitud con nuestro prójimo este mundo seria diferente, seriamos respetuosos de la vida, habría menos crimen y violencia y se terminarían las guerras. Bob Hope dice: “si no tienes caridad en el corazón, tienes la pero de las enfermedades del corazón”.
Los que buscan a Dios: que visiten las prisiones antes de ir al Templo, que visiten los hospitales antes de ir a la Iglesia, que den de comer al hambriento antes de leer la biblia” (Tokohiko Kagaa).
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