miércoles, enero 19, 2011

La Biblia es como un iceberg

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Como buenos católicos que debemos ser tenemos todos los bautizados, la obligación de inculcar en nuestras familias, amigos y feligreses una nueva cultura religiosa católica. Y cuando hablo de una nueva cultura me refiero a enseñar a las nuevas generaciones a escuchar música religiosa o “sacra”, música en latín en piano, o clásica. De igual manera en todas las librerías del mundo encontramos millones de libros de diferentes editoriales que nos invitan a leer historias de amor, de horror o fantasías que no nos llevan absolutamente a nada, sin equivocarme diría son solo “basura” pues no edifican ni a la persona, ni al alma.

Necesitamos con urgencia conocer las bases del cristianismo y al mismo tiempo ser auténticos católicos. Es por eso que debemos inculcar el hábito a la lectura de las Sagradas Escrituras. Esto no quiere dar a entender que quienes leen la Biblia son los evangélicos o protestantes; es un deber de todos los bautizados en la Iglesia Católica; la Biblia es como un iceberg, nosotros vemos en la superficie solamente una décima parte, (lo que leo, el hecho, la frase, el número); todo el resto es el significado profundo que está debajo del agua, no es inmediatamente evidente, escapa a nuestra compresión. Cuando se lee la Biblia es necesario ir a recuperare las nueve décimas de las cosas que leemos ¿Qué quiere comunicarnos el libro del Éxodo 19, 4?

En la película “La Historia Infinita”, al final, el dragón carga sobre su grupa a Atreiv y lo hace volar velozmente por los cielos. ¿Recuerdan la escena? A esa velocidad no hay pelo que no sea movido por el viento. El dragón sobrevuela la ciudad: desde lo alto todos los problemas parecen reformados en su dimensión y fútiles. Ciertamente el Señor no es un dragón: los hebreos salieron de Egipto a pie, de noche, y sufrieron la fatiga del camino. No fue seguramente un viaje de placer. Sin embargo, esa imagen de la película, “La Historia Infinita” nos permite imaginar con cuanta fuerza el Señor arrebato a los suyos de la esclavitud. La condición de esclavos es terrena; el Señor nos levanta de la miseria. Decir que nos levanta quiere decir que nos ofrece un estado mejor, una condición de vida más digna. Luego: “Los he traído a mi” ¡pero el Señor está en el Cielo! Liberado de Egipto, el pueblo adquiere un puesto junto al Señor y realiza aquí, sobre la tierra una experiencia celestial; ¡conocer la bondad del Señor! Y esa bondad, compasión, amor y enseñanzas que nos llevarán al paraíso prometido solo las encontramos como un tesoro escondido en la lectura de las Sagradas Escrituras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy cierto, -y yo no soy ningún experto en esto- que La Biblia tiene muchos niveles y dimensiones dentro de sus palabras. Tambien muy cierto de que los que normalmente conocemos las historias principales de La Biblia a través de algún tipo de educación religiosa o Historia Sagrada, como tambien se le ha llamado, no necesariamente hemos profundizado en el resto, las otras 9/10 parte del iceberg.
Pero con todo respeto, quisiera que el Padre no hubiera usado la palabra “inculcar” y mas de una vez en el escrito. Inculcar se parece mucho en el aspecto educativo a obligar o indoctrinar.
Preferiría usar las expresiones: Exponer a… Acostumbrar a...o Educar o Ejemplarizar con.
Lo inculcado suele producir o bien seguidores sin reflexión propia o rechazo en el futuro, cuando la persona descubre que tiene otras opciones.
Saludos. Un amigo.